“Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” – Hebreos 10:23
Amo una buena historia. El problema es que soy de poco ánimo y me desaliento fácilmente, por lo que a mitad de camino tengo que resistir la tentación de dejar de leer. Cada aventura épica está llena de conflictos y obstáculos. No me gustan los hilos oscuros y amenazantes de la trama, pero sé que hay un final feliz.
Una de mis historias favoritas cuando era niña era Cenicienta. La primera parte de su historia me hizo querer tirar de mis coletas y echarme a llorar. Esa madrastra malvada y sus hijas malcriadas mantuvieron a la dulce niña atrapada en una prisión de miedo y condenación. Afortunadamente, el corazón puro de la chica vestida con trapos fue recompensado en un final espectacular. El bien triunfó sobre el mal una vez más.
¿Por qué dudo?
En mi corazón sé cómo la historia de vida termina. Dios es justo y la victoria es cierta. Pero algunos días, me siento como una cenicienta atrapada en una jaula de circunstancias desfavorables. El enemigo de mi alma me quiere mantener vestida en trapos de duda y vergüenza.
El escritor de Hebreos entendió que el pueblo de Dios enfrentaría desánimo en las tribulaciones. Así que los retó a no dejar que el temor entrara en ellos, a no regresar atrás, sino a perseverar en fe.
Debemos recordar que nuestra historia es parte de la narración hermosa de la redención de Dios. El héroe es Cristo, y Él venció la muerte para asegurar una conclusión gloriosa.
Nuestra historia no se ha terminado aún. El autor y el consumador de nuestra fe tiene más que decir a través de nuestras vidas sobre Su gracia y bondad.
En lugar de darle oportunidad al temor, hagámonos con la fuerza de Jesús para mantenernos caminando hacia el frente en fe. El tema de nuestras vidas debe ser siempre el buscar a Cristo. Así como Hebreos 10 nos reta: “Acerquémonos”
- Cuando somos juzgados y difamados, acerquémonos.
- Cuando estamos perdidos y nos falta propósito, acerquémonos.
- Cuando estamos quebrantados y abatidos, acerquémonos.
- Cuando somos retados y confundidos, acerquémonos.
La vida de David ilustra hermosamente cómo Dios transforma nuestra historia cuando nuestros corazones están totalmente rendidos a Él. Cada día, podemos escoger el acercarnos a él…
1. Acércate a Dios en oración con un Corazón sincero: Dios anhela una adoración auténtica que sale de un corazón no dividido. Debemos de rendir nuestro egoísmo.
2. Reconoce que la Palabra de Dios es verdadera con seguridad completa: mantente firme en la fundación solida de la verdad. Nuestra confianza debe ser puesta completamente en Sus promesas, no en nuestra propia actuación.
3. Acepta que la limpieza de Dios cubre toda culpabilidad y vergüenza: la sangre de Cristo cubre las manchas del pecado completamente. No te mantengas encadenado al pasado cuando confesar a Cristo ya te ha hecho libre.
4. Deja que el Espíritu Santo continúe su trabajo de limpieza:debemos escoger diariamente aferrarnos al Espíritu y crucificar nuestra carne. Ponernos el amor, el gozo y la paz, y decirle adiós a la envidia, al enojo y la discordia.
Dios nos ha invitado a que audazmente vengamos a su trono. No tenemos que preocuparnos acerca del mañana porque tenemos acceso completo a Él hoy y siempre. Podemos tomarnos fuerte a la esperanza de que Él viene pronto para arreglar todo lo malo e inundar las esquinas oscuras de este mundo con su luz eterna.
Mientras tanto, acerquémonos a Él. Subamos a Su regazo y escuchemos Su tierna voz. Él es el mejor contador de historias.
Por Lyli Dunbar