Actitudes triunfadoras (Parte 1)

He tenido la oportunidad de compartir en varias conferencias acerca de uno de mis temas favoritos: la actitud. Sí, porque la realidad es que en la vida hay muy pocas cosas que podemos controlar, pero una de ellas, y probablemente la más importante, es nuestra actitud. 

La Biblia tiene varios ejemplos al respecto, pero me encanta el que nos presenta la vida de José, aquel joven soñador que en un abrir y cerrar de ojos se encontró con una realidad muy diferente a la que siempre había conocido. Imagina vivir con todas las comodidades, el cariño y la estabilidad familiar y de pronto terminar en un país extranjero, y como esclavo. Ninguna de esas cosas estuvo bajo el control de José, entonces, ¿qué hizo con la situación que tenía en sus manos?

Analizando a grandes rasgos, todas las circunstancias que rodeaban a José eran negativas, sin embargo, donde él llegaba, todo prosperaba. Entonces, además del favor de Dios, claro está,  creo que lo otro que contribuyó grandemente a su triunfo fue su actitud.

Cuando Josué llegó a Egipto fue vendido como esclavo. Sin embargo, en breve se convirtió en la mano derecha de aquel a quien servía. ¿Cómo? Con una actitud esforzada. Para triunfar en la vida el esfuerzo es crucial. No siempre nos gusta lo que nos toca hacer, no siempre es lo que quisiéramos o soñamos de momento, pero si la actitud con que lo abordamos es una actitud esforzada, veremos los resultados y la tarea incluso nos resultará menos pesada.

El esfuerzo nos gana prestigio, respeto y la confianza de los demás. El esfuerzo marca la diferencia entre el empleado que llega todos los días y hace solo lo que le corresponde, y el que va más allá y busca soluciones, coopera y se esfuerza por sacar adelante un proyecto. Es el segundo el que se lleva la promoción. Es el segundo el que experimenta la satisfacción de haber dado lo mejor de sí.

Todo lo que en la vida vale algo, requiere esfuerzo: un buen matrimonio, una familia, un ministerio, un buen trabajo. Y esfuerzo implica terminar lo que empezamos incluso aunque tengamos reveses y tengamos que regresar al principio y comenzar de nuevo.

Hace poco hablamos de Josué y la exhortación que Dios le hizo: “esfuérzate”. Mira también lo que nos recuerda el libro de Proverbios: “Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero quedarse sólo en palabras lleva a la pobreza” (Proverbios 14:23 NVI).

Winston Churchill, el estadista inglés, dijo en una ocasión: “La clave para abrir nuestro potencial no está en la fuerza ni en la inteligencia sino en el esfuerzo continuo”. Dicho con otras palabras, no basta tener los recursos o ser muy inteligentes si no estamos dispuestos a esforzarnos.

José se esforzó en su nueva función y eso le llevó a triunfar: de esclavo a asistente personal de su amo. Y tú y yo, como mujeres que queremos vivir según el diseño de Dios, debemos recordar que lo contrario al esfuerzo es la pereza, y la pereza es un pecado delante de Dios. Léelo en Ezequiel 16:49. Por el contrario, la mujer sabia no tiene espacio para este mal en su vida. 

La segunda actitud de la que hoy quiero hablarte es una actitud animosa, sin quejas. Ni una sola vez el relato bíblico menciona que José se hubiera quejado. ¡Y motivos tenía de sobra! Recuerda que, a pesar de todo, era un esclavo en tierra extranjera. 

Pero, como ya sabemos, la queja es una enfermedad contagiosa que se propaga a velocidades vertiginosas pero que no le hace bien a nadie y, peor aún, desagrada mucho a Dios. Lo hemos visto antes. Tal vez recuerdes el ejemplo de los israelitas en el desierto y cuánto se enojó Dios con esa actitud de ellos. 

La queja lleva al desánimo y el desánimo nubla la vista y no nos deja ver ni siquiera lo bueno que pudiera haber en la situación. La queja nos hace pensar solo en nosotros, nos hace sentirnos miserables y nos quita la oportunidad de ver las bendiciones y avanzar. La queja es un estorbo para vivir en el diseño de Dios. 

¿Cuál es el antídoto para la queja? ¡Ser agradecido! En el blog de Ann Voskamp encontré estos beneficios de ser agradecido, extraídos de diversos estudios realizados en universidades de los Estados Unidos:  

  • Tener menos estrés y depresión.
  • Avanzar hacia las metas personales importantes.
  • Tener niveles más altos de decisión y energía.
  • Sentirse más cerca en sus relaciones personales y el deseo de construir relaciones más fuertes.
  • Aumenta la felicidad en un 25%   

Ahí lo tienes, cuando desechas la queja y escoges la gratitud, tu actitud tiene beneficios extraordinarios. Dios valora grandemente el corazón agradecido; y todavía más, nos da el mandato de ser agradecidos. De modo que esta actitud no es opcional, es obligatoria.

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