Ama a tus enemigos

“Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.” – Lucas 6:27-28

Uno de los mandatos más difíciles para los cristianos en la Escritura es amar a nuestros enemigos. Yo diría que, sin Cristo, eso es prácticamente imposible, porque requiere demasiado. Cada una de nosotras ha experimentado un sufrimiento injusto de manos de otra persona y, aun así, Jesús es muy claro en que debemos orar por los que nos hieren y nos tratan mal. Él nos da tres formas de lograr esto.

1. Haz bien a los que te odian.

Hacer el bien es una acción y deberíamos estar dispuestas y preparadas para hacer cosas amables a aquellos que no se preocupan por nosotras. Las acciones hablan alto y la bondad hacia alguien que ha sido desagradable con nosotras puede ser una forma de mostrarles la bondad inmerecida de Dios.

2. Bendice a aquellos que te maldicen.

Tendemos a pensar muy poco en esta parte del versículo. Lo leemos sin que deje una gran impresión en nuestro corazón y en nuestras acciones. Bendecir a aquellos que te maldicen trata sobre cómo hablamos a aquellos que nos hieren y de cómo hablamos de ellos cuando no están alrededor ¿Es veneno lo que sale de nuestra boca? ¿Estamos amargadas? ¿Somos agradables en su cara pero decimos cosas como “no la soporto”, “espero que reciba lo que merece” a sus espaldas?

Bendecir a los que nos maldicen requiere que hablemos bien a y de los que nos hieren.

“Ellos, en cuyas lenguas está la ley de bondad, pueden dar buenas palabras a aquellos que les dan malas palabras” – Matthew Henry

3. Ora por aquellos que te tratan mal

Jesús no da puntadas sin hilo. Se nos ha dicho que debemos amar a nuestros enemigos a través de la acción y a través de las palabras, pero no podemos parar ahí. También somos llamadas a orar por ellos y, en el caso de muchas de nosotras, eso es lo último que queremos hacer.

Pero Dios nos ha escogido para usar la oración como medio para cumplir Su voluntad y es a través de la oración que las personas pueden ser cambiadas.

Deberíamos orar para que Dios toque su corazón y los convierta en personas que aman a Dios en lugar de ser personas que odian a Dios. Sabemos que el castigo eterno espera a los que no creen y debiéramos rogar a Dios que a través de Su misericordia y gracia, los salve como nos salvó a nosotras.

Hablamos mucho sobre ser como Jesús. No es esta una petición ligera. Orar por nuestros enemigos y hacer bien a aquellos que nos hieren es ser como Jesús. Él oró por Sus enemigos mientras moría en la cruz.

Cuanto más oremos de manera regular por aquellos que nos odian, más creceremos en compasión por ellos. Puede ser muy difícil al principio, pero a través de nuestras oraciones Dios puede no solo cambiar a las personas que nos han herido, sino que también nosotras seremos cambiadas. Y a través de todo ello, experimentaremos la paz de saber que estamos llevando todas las cosas ante Dios en oración.

Por Jen Thorn

 

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