Amar como Dios ama (Parte 1)

Cuando uno piensa en el dador de la vida, además de pensar en Dios (Hechos 17:25) la primera cosa que viene a mi mente son las madres. Ellas son quienes Dios utiliza para cooperar con Él en traer a Sus criaturas a la tierra (Salmo 139:13). No sé si has pensado en esto, pero es un privilegio increíble e inmerecido que Dios nos haya dado la formación de una nueva vida. ¡Wow! es mucho más allá de nuestro entendimiento (Efesios 3:20).

Sin embargo, la mujer no solamente es dadora de la vida biológicamente, sino que ella  siempre está dando vida a su familia, a su hogar o a cualquier otro sitio donde ella se encuentre. Si Dios te ha dado la bendición de ser madre, también Él te ha dado la promesa de que nunca estarás sola en el camino (Hebreos 13:5). Tú eres la facilitadora cotidiana y Él es el poder divino que te dará todo lo que necesitas en el momento de la necesidad, mientras estés viviendo en Su Espíritu.

El trabajo de las madres es arduo, largo y doloroso, pero también gozoso, lleno de felicidad, satisfacción, orgullo y triunfo cuando está hecho con el plan y propósito de nuestro Señor. Para las mujeres que no han tenido este privilegio, Dios espera que entendamos que somos dadoras de vida y es necesario llenar nuestros ambientes con el aroma de Jesús. Dios es amor y 1 Juan 4:8 nos recuerda que es nuestro deber amar a aquellos alrededor de nosotras y no solamente nuestros seres queridos. Ahora bien, hay algunas preguntas que debemos hacernos.

¿Si Dios es amor y Él siempre está referido como Padre, por qué Él creó a las madres?

¿Hay algo que podemos aportar que los hombres no pueden?

¿Si Dios es padre, si Su amor es perfecto y Él es el Creador de los seres humanos, por qué la mujer es más conocida como amorosa en el mundo?

Antes de contestar estas preguntas para llegar a una conclusión bíblica, es importante definir qué es amor. ¿Es una emoción? Según 1 Corintios 13:4-7 “el amor es sufrido, es benigno, el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”

Es interesante notar que las emociones no están mencionadas como razón de amar, sino se nos enseña que debemos ir en contra de nuestras emociones para demostrar el amor. Obviamente estamos hablando sobre una actitud del corazón y éste mismo debe ser llenado con Cristo. Como El Señor nos manda a amar, si fuera solamente una emoción Él no podría exigirlo, sin embargo, como es una decisión, ¡nosotros podemos amar aun cuando la emoción nos falta!

Si Él nos manda a amar y el amor de Dios es perfecto, estamos obligadas a averiguar cómo es el amor de Dios. Pablo escribió a la iglesia en Éfeso: “para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cual sea la anchura, y de conocer el amor de Cristo que excede todo conocimiento, para que seáis llenos de toda plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).

Según este versículo, es obvio que es imposible que entendamos el amor de Dios en su totalidad, y entonces uno podría preguntarse ¿cómo es que podemos amar como Él ama cuando ni lo entendemos?

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