Apasiónate a pesar de las injusticias

Vivimos buscando tener un mundo más justo y poder ser luz en medio de una generación maligna y perversa. Pero muchas veces nos cruzamos con injusticias a veces hasta de nuestros propios hermanos. ¿Cómo relacionarnos con las injusticias?

José vivió injusticias sin merecerlas

José fue un hombre íntegro. A pesar de la injusticia de haber sido vendido por sus hermanos, él fue un buen servidor de Potifar. Sin embargo la circunstancia negativa llamó a su puerta y con ella otra injusticia más. La esposa de Potifar quiso abusar de él y, por no permitirlo, fue enviado a la cárcel.

Uno podría pensar: “¡Que injusticia! Un hombre recto y honrado en la cárcel. Con tanto delincuente suelto. Alguien que no tuvo nada que ver fue enviado a un lugar donde no merecía estar”.

¿Cómo se relacionó con la injusticia? Se mantuvo íntegro, siguió accionando en pos de la bendición, fue ejemplo de otros, buscó maneras de salir de la situación, confió en Dios. En ningún momento encontramos a José contándole al copero lo malo que le había pasado, simplemente le dijo que se acordara de él.

Josué y largos años sin llegar

Josué y Caleb fueron los líderes elegidos por el pueblo, junto con otros jóvenes guerreros, para ir a ver la tierra que Dios les había prometido que conquistarían. Al regresar le hablaron a su gente del poder de Dios y de la grandeza en Sus dichos que declaraban la entrega absoluta de aquel lugar a pesar de las circunstancias.

Sin embargo el pueblo le creyó a los otros 10 que fueron con ellos y que hablaron de sus miedos, de su historia y de sus limitaciones. A pesar de que no murieron como los otros 10, Josué y Caleb debieron vivir la injusticia de pasar 40 años en el desierto con todos.

Sin embargo no leemos en Las Escrituras que ambos se hayan convertido en quejosos o criticones de todo lo que estaba pasando con el pueblo y en lo cual ellos no tenían nada que ver. No dice que se quejaron ante Dios. Dice que ellos siguieron obedeciendo.

Luego encontramos a Josué ayudando a Moisés durante los 40 años. Y el mejor ejemplo de quién fue es la mansedumbre de los días que estuvo en el monte Sinaí esperando a su señor Moisés. Mientras el pueblo fundía el oro para llegar a adorar a un becerro, Josué estaba a los pies del maestro.

No escuchamos queja ante la injusticia, sino obediencia. Y luego fue quien llevó al pueblo de Israel hasta la tierra prometida y los guio a la conquista.

Podía ser rey y terminó en la miseria

La historia de Mefiboset es la de un niño que había nacido para ser rey, siendo educado en el palacio para seguir la línea de su padre Jonatán y su abuelo Saúl. Sin embargo ambos habían elegido oponerse a Dios mismo y terminaron muertos en batalla.

La nodriza del pequeño lo tomó en pos de protegerlo y al salir corriendo tropezó, el pequeño se le escurrió de sus manos y pegó contra el suelo, sufriendo la quebradura de sus piernas y quedando discapacitado. En medio de la vorágine fue llevado a las afueras del mundo conocido, a una ciudad donde solo vivía en medio de la miseria.

Años después David lo recogió de allí. No hay relatos que nos expresen su reclamo por los muchos años que pasó postrado, o por no haber sido Rey, o por haberle tocado vivir tamaña injusticia. Cuando David lo llamó a su palacio, él se mostró agradecido y fiel al Señor que lo sentaba a su mesa. Él había mantenido el corazón de agradecimiento.

Sigamos el ejemplo de estos hombres. Ejemplos que ante la injusticia se mantuvieron íntegros, obedientes y agradecidos. ¿Cómo te hubieras comportado tú? ¿Eres de los que toman la ‘justicia” por mano propia? Recuerda que la ira del hombre no produce la justicia de Dios ni salva de la injusticia en la que se puede haber caído.

¿Eres de los que han vivido alguna injusticia en la última semana, en el último mes, en el último año? Si es así, hoy es el primer día del resto de tu vida para entender que el camino ante la injusticia no es llorar ni clamar, quejarse o criticar, murmurar, gritar ni agredir. Sino obedecer, ser íntegro y mantener un corazón agradecido.

Las injusticias también existen para los creyentes. Pero Dios te librará de ellas si no permites que te envuelvan ni que te quiten la paz y la vida santa a la que Dios te invitó. No importa si estás en una cárcel, en medio del desierto o en la miseria. De la injusticia que sea Dios te sacará. Y te podrá convertir, como a Josué, en líder de líderes, uno de los más influyentes de tu comunidad. O como Mefiboset y ¡vivir cada día en la presencia del rey!

¡Ante la injusticia, buena cara, que seguro lo mejor está por venir! No permitas que ella se adueñe de tu vida, de tu futuro, de tu corazón. Elige seguir el ejemplo de grandes hombres que fueron inmensos en la adversidad, cuidando las pequeñas cosas que los mantenía cerca de Dios.

Hoy puedes hacer lo mismo. Aunque la injusticia te haya tocado bien profundo, elige mantenerte íntegro, obediente y agradecido y verás cómo Dios no te deja ni te desampara. ¡Disfruta!, que la justicia de Dios alumbrará tu camino.

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