Aprendiendo a correr (Parte 2)

“Carácter: Es lo que los demás pueden esperar de mí en la mayoría de las situaciones”, G. McDonald - “A Resilient Life”  (Una Vida Resistente).

En nuestra entrega anterior, hablábamos de varios puntos vitales para correr la carrera cristiana, tales como:

Cultivar un carácter cristiano: En la región donde vivo, tan pronto pasa el invierno pueden admirarse paisajes hermosos mostrando las combinaciones de verdes y marrones en los terrenos. Los dueños de las fincas, de manera casi religiosa y sin fallar, limpian y acondicionan sus propiedades alistándolas para los cultivos de temporada. Es una tarea ardua. Amerita sacrificio y tiempo. ¡Es una labor diaria!

El carácter cristiano no se desarrolla cuando “confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor y creemos en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos”, Romanos 10:9 (Paráfrasis mía). Esto ¡es sólo el principio! La palabra “Cristiano/a" define un proceso de desarrollo espiritual en el cual nos convertimos más y más como Jesús. No es un hecho, sino un estilo de vida.

Soy honesta al decir que esta idea sonaba para mí romántica e inalcanzable. Siempre quise las “fórmulas prodigiosas” que actúan de forma instantánea. No hace mucho que me di cuenta de que esto es algo de por vida. La única manera de acondicionar nuestro terreno espiritual es pasando tiempo con Dios y leyendo Su Palabra.  ¡Hagamos de esto nuestra prioridad! ¡No te desanimes, sigue intentando y procurando!

Estar preparadas ante las posibles “emergencias” de la vida: Los sucesos inesperados, tragedias, tropiezos y caídas en nuestra vida vienen “por defecto”, son parte del paquete.  No es suficiente tener un “botiquín de primeros auxilios”. Se requiere DISCIPLINA para desarrollar una mentalidad previsora y ESFUERZO para realizar las tareas.  

Volviendo al ejemplo de los agricultores, estos se preparan de antemano ante las inclemencias del tiempo o ataques de plagas. Preparan su “calendario” de sembrados para todo el año.  Cuando pasa la cosecha de frutos de verano, ya tienen de antemano un plan para sacar el mejor provecho al terreno aún durante el invierno.

Tenemos que conocer cuáles promesas y verdades están contenidas  en la Verdad de Dios, para tener sostén de lo alto cuando vengan las temporadas de invierno a nuestra vida. Como se nos dice en Efesios 6:13, “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”. Amada, estos días malos son una realidad. ¡Vamos a apertrecharnos memorizando versos, alabando a Dios en todo tiempo!

Entrenar nuestra forma de pensar a la manera de Dios: ¿Puede Dios cambiar el pensamiento de las personas? Preguntémosle a Saulo de Tarso, hombre estudiado, alto funcionario del gobierno Judío, quien, con respecto del martirio de Esteban según lo narrado en Hechos 8:1“…consentía en su muerte”.  Era definitivamente un ¡ilustre e intelectual… asesino!  

El tener un buen intelecto es importante. El formarse profesionalmente también lo es… pero… no es exactamente lo que Dios demanda de nosotras. Saulo, luego de su conversión al cristianismo ya siendo llamado por el nombre de Pablo, nos dice luego en 1 Corintios 2:16, “Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá?  Más nosotros tenemos la mente de Cristo”.

¿Es eso lo mismo que el “pensamiento positivo” que tanto anuncian en el llamado Evangelio de la Prosperidad? ¿Es la llamada “Ley de Atracción”? ¡Para nada! El pensador “positivo” humanista QUIERE y ESPERA que todo le salga bien. Ve siempre el “lado amable” de las cosas. El “Cristo-pensante” VE y ACEPTA las cosas TAL Y COMO SON. Está CONVENCIDO que aunque la situación no sea buena, Dios SIEMPRE TIENE EL CONTROL.  

El pensador positivo humanista piensa y actúa basado en sus propios deseos, el Cristiano piensa y actúa según “Lo que escrito está”.  Parafraseando un verso del mismo capítulo 1 de Corintios“Su fe no depende de la sabiduría humana sino del poder de Dios” (v. 5). Mi amada, ¿en quién están puestos tus pensamientos?

Rodearnos de otros buenos corredores: Todo ser viviente es de por si un corredor, sin embargo, hay una categoría de carrera cristiana en la cual el objetivo es diferente, los participantes son diferentes y APARTADOS  para correr en una pista con reglamentos diferentes.  

Dentro de la carrera cristiana hay diferentes equipos los cuales corren dentro del mismo campo. No podemos correr solas. Es importante formar parte de un equipo para alentarnos, animarnos y ayudarnos unos a otros. A este equipo llamamos Iglesia, o cuerpo de Cristo. El mismo libro de Hebreos nos dice: no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”, (Hebreos 10:25).

Como Maestras del Bien, tenemos que socorrer a corredoras de nuestro propio equipo y de los otros también. La Palabra nos manda a compartir, orar y animarnos las unas con las otras… ¡Y MÁS AÚN! Somos llamadas a atraer hacia nuestra pista a aquellas corredoras de la vida que andan sin rumbo, cansadas y sin esperanza porque no saben cuál es su objetivo final.

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