Aprendiendo a montarte en las olas de la vida (Parte 2)

“Pero los que esperan en el SEÑOR renovarán sus fuerzas; se remontarán con alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán”, Isaías 40:31 

Como vimos en la primera parte, los surfistas necesitan mucha preparación para ser capaces de montar las olas con éxito y demostrar la belleza de su deporte mientras lo hacen en una forma que parece fácil y elegante. En la vida cotidiana es imposible manejar la turbulencia en una forma controlada y con confianza en Dios cuando no hemos ejercitado ni preparado los músculos de la fe.

Para pasar por estas tribulaciones sin ansiedad y caminar como Dios quiere que caminemos, se requiere de un conocimiento de nuestro buen Dios y de confianza en lo que Él hace. Uno debe mantenerse enfocado en Él y en lo que Él está haciendo, y no en el problema en sí, confiando en Su sabiduría y amor, reconociendo Su omnipotencia y bondad, y confiando en que la solución viene en Su debido tiempo.

Mientras estamos en la turbulencia, para montar la ola debemos hacer cosas como comportarnos correctamente a pesar de las emociones que surgen en el momento, buscar Su sabiduría (Lamentaciones 3:25) y caminar en Sus principios (Salmo 119:105). Pero al mismo tiempo, también hay cosas que no debemos hacer, como batallar con las armas del mundo.

En el proceso debemos examinar y evaluar nuestras motivaciones y actitudes, y pedirle a Dios que nos muestre nuestros valores, nuestras prioridades y también cualquier ídolo que todavía tenemos y que no hemos reconocido, para poder destruirlo alcanzando de esta forma la estabilidad para balancearnos sobre la ola. Así, mientras estamos en la ola (la crisis), Él cambiará nuestros corazones para que nuestras metas y objetivos de la vida se alineen con los Suyos. Dios aumentará nuestra fe y confianza en Él (Jua 14:21) para ayudarnos aún más a mantenernos enfocadas en Él.

Los surfistas no solamente tienen que reconocer la ola sino saber cuándo montarla. Mientras la ola de la turbulencia viene hacia nosotros, debemos esperar el tiempo perfecto para actuar –ni un minuto antes ni un minuto después– para que estemos caminando con El Señor y no adelantarnos a Él, manejando la situación en nuestra fuerza, ni quedarnos atrás perdiendo la oportunidad de glorificarlo (Salmo 37:7). Este tiempo de espera, a través de meditar en la Palabra y buscar el camino por el cual Dios quiere que andemos (Salmo 62:5), nos mantiene de pie en medio de la crisis.

Ya montados en la ola, mantenernos balanceados requiere no solamente seguir los pasos en la forma que Dios quiere, haciendo lo correcto en todo tiempo (Gálatas 6:9), sino esperando el tiempo del Señor. Como las surfistas esperan “la ola grande”, nosotras también debemos reconocer que las aguas turbulentas vendrán y debemos mantenernos enfocadas y preparadas para cuando lleguen, de manera que podamos montarlas y mantenernos de pie hasta el final trayendo a Él toda la gloria que merece.

Después de Génesis 3 vivimos en un mundo caído y somos el blanco de nuestro adversario (1 Pedro 5:8), sin embargo, un día “Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” (Apocalipsis 21:4).

Y entonces, “Por tanto no desfallecemos, antes bien, aunque nuestro hombre exterior va decayendo, sin embargo nuestro hombre interior se renueva de día en día. Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero la que no se ven son eternas.” (2 Corintios 4:16-18).

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