Arrepentimiento genuino

“Entonces dijo David a Natán:  Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente.” – (2 Samuel 12:13-15)

Seguimos avanzando en esta aventura estudiando la vida del Rey David. Hoy leemos cómo David, en su humanidad, reconoce que ha pecado contra Dios. Ese es el primer paso:

1.-Reconocer que somos humanas y que estamos propensas a contaminarnos a pecar. “¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al estómago y luego se elimina? Pero lo que sale de la boca proviene del corazón, y eso es lo que contamina al hombre” (Mateo 15:17).

2.- Cada día es una nueva oportunidad – podemos ir al Padre y desechar el pecado confesándolo, no solo de labios, sino con el corazón en un arrepentimiento genuino. “Destruimos argumentos y todo altivez que se levante contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la Obediencia de Cristo” (2 Corintios 10:5)

3.- Llenarnos de la Palabra de Dios. “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Josué 1:8)

La clave es perseverar, quitar todo lo malo de nuestras vidas y llenarnos de todo lo bueno que es la palabra de Dios, la Verdad, la cual nos dará libertad; y mantenernos firmes hasta el final, sabiendo que la recompensa eterna está en el cielo: la corona de la Vida.

“Pero el que se mantenga Firme hasta el final, será Salvo” - Mateo 24:13

Preguntas de Reflexión

1. ¿Hay algo en tu vida que estés haciendo que no sea agradable a los ojos de Dios?

2. ¡Si confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar! ¿Cómo te hace sentir esta verdad?

3. Por la gracia de Dios, Él nos usa sin importar lo que hayamos sido. ¿Puedes recordar cómo te ha transformado?

4. Si decimos que no hemos pecado nos estamos engañando. ¿Estamos siendo honestas con nosotras mismas y, sobre todo, con Dios?

5. ¿Qué es lo que debemos hacer para que nuestros pecados sean borrados?

Por Kary de Zabala

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