Así que lo volviste hacer…

“Porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” – Romanos 7:18

Así que lo volviste hacer… eso que estabas haciendo que desesperadamente quieres dejar de hacer.

Así es, volviste a caer.

Dejaste que el enojo tomara lo mejor de ti.

Gastaste de más aun cuando habías prometido que no lo harías.

Te pusiste celosa, orgullosa y crítica.

Realmente, REALMENTE querías confiar en Dios en eso, pero…

Cuatro días en el nuevo estudio y ya estás atrasada.

Ahhhh, sé que todas podemos relacionarnos con Pablo cuando él escribe:

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” Romanos 7:18

La verdad es que TODAS nos sentimos así porque somos pecadoras. Cada una de nosotras. Queremos fingir que no lo somos, pero aun fingir revela que sí lo somos. Todas necesitamos un Salvador – alguien que nos rescate de nosotras mismas: de nuestros hábitos, nuestros pecados, nuestras adicciones, nuestros errores.

Sé que hablar y leer acerca del pecado no es divertido, pero es importante. Tenemos que entender lo que el pecado nos ha hecho, cómo nos ha herido y por qué necesitamos perdón por ello.

Solamente a través del entendimiento del precio de nuestros pecados es que realmente podemos entender la profundidad del amor de Cristo.

“Solo cuando comenzamos a ver la profundidad de nuestra necesidad es que podemos empezar a ver la grandeza del amor de Dios por nosotras en Jesucristo.” – Jen Thorn

No podemos apreciar completamente lo que Jesús ha hecho en nuestro nombre hasta que no entendemos por qué lo necesitamos.

Tenemos el deseo de hacer el bien, de ser buenas… pero TODOS LOS DÍAS fallamos. Nos quedamos cortas. Perdemos la marca.

Entonces, ¿qué?

¿Tratar de nuevo mañana? ¿Trabajar duro? ¿Vamos con un nuevo plan? ¿Un plan mejor?

No, rendirnos.

Rendir nuestro corazón, nuestra voluntad, nuestros motivos y nuestras buenas intenciones.

Rendimos todo a los pies de Jesús.

Nos entregamos a la verdad de que somos pecadoras en necesidad de un Salvador. Nos entregamos a la verdad de que no podemos salvarnos a nosotras mismas a través de nuestras buenas obras o incluso mejores intenciones. Nos rendimos a Aquel que nos ama; a Aquel que entregó Su vida por la nuestra.

Nos dirigimos a la Palabra de Dios y creemos lo que dice.

Sí, pecamos y sí, tenemos que confesar nuestros pecados y buscar el perdón, pero sabemos por Romanos 8:1 que ya no estamos condenadas.

“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús.” – Romanos 8: 1

Amiga, una vez fuimos esclavas de nuestros pecados, no teníamos ningún poder en un mundo roto y manchado por el pecado. Pero ahora, Cristo ha cambiado todo eso. Ahora tenemos esperanza. Ahora tenemos el poder de hacer la voluntad de Dios y ya no tenemos que temer la muerte y el castigo por nuestros pecados. Ahora tenemos libertad de nuestro pecado.

Sí, la verdad es que todas vamos a luchar contra el pecado hasta que nos encontremos a Jesús cara a cara. Pero, ahora no estamos solas en la lucha. Tenemos nuestro Rescatador, nuestro Salvador, nuestro Redentor a nuestro lado para luchar nuestras batallas con nosotras. Ya no peleamos nuestras batallas solas. Ese mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos se hace ahora vivo en nosotras.

“el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. – Romanos 8:11

Ahora es el momento de abrazar el regalo increíble del perdón que Jesús nos ha dado en Su nombre. Ahora es el momento de caminar en libertad, y no permitir que nuestros pecados pasados nos enreden.

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” – Hebreos 12:1-2

¡CORRE esta increíble carrera a la que Dios te ha llamado! ¡CORRE para Su gloria y permite que el testimonio de tu vida atraiga a otros a Dios! ¡Vamos a alabarle por la obra increíble que ha hecho en cada una de nuestras vidas a través del perdón de nuestros pecados!

¿Por qué crees que es importante entender que somos pecadoras en necesidad de un Salvador? ¿Qué significa saber que somos perdonadas?

Por Ángela Perritt

Loading controls...