Atrapada, pero la Palabra de Dios no

“Quiero que sepan que todo lo que me ha sucedido en este lugar ha servido para difundir el evangelio” – Filipenses 1:12

Estoy a meses de culminar la carrera universitaria de ciencias de la comunicación y algo que he aprendido en estos 4 años es que, a pesar de todo lo que esté sucediendo a mi alrededor, la noticia debe llegar al lector, al televidente y al radioescucha.

Existen casos de periodistas que dieron su vida en una guerra, enfrentamiento o persecución, buscando que esa noticia llegue a destino. Pienso que si periodistas dan su vida por un sueldo, por aumentar prestigio o cumplir con la tarea de informar/anunciar, nosotros tenemos un motivo aún mucho mayor, una noticia mucho más transformadora y sobre todo una Buena Noticia para entregarnos por completo a esa causa.

En este caso no puedo decir que Pablo era periodista, pero si era un verdadero seguidor de Cristo que aún en la cárcel se preocupaba de estar cumpliendo su labor.

Este posiblemente sea uno de los versículos que más me confronte. En esta carta Pablo contaba con GOZO todo lo que estaba sucediendo y estaba contento de que todo servía para expandir el evangelio. Estaba en una cárcel preso por causa del evangelio, pero él tenía gozo.

Pablo no preguntaba: “¿Qué me sucederá? ¿Cuándo saldré libre? ¿Pueden traerme comida?”

Pablo preguntaba: “¿En qué medida se ve afectada la causa del evangelio por lo que me ocurre?”

Pablo estaba preso pero la palabra de Dios no.

Pues cada persona de aquí –incluida toda la guardia del palacio– sabe que estoy encadenado por la causa de Cristo, y dado que estoy preso, la mayoría de los creyentes de este lugar han aumentado su confianza y anuncian con valentía el mensaje de Dios sin temor” Filipenses 1:13-14

También me pregunté: ¿qué tiene que ver la guardia del palacio?

Los guardias me imagino que eran rudos, soldados duros. Pero estos hombres eran los que tenían la primera fila del encadenamiento de Pablo. Ellos escuchaban de qué forma hablaba a sus amigos cuando lo visitaban, o cómo se dirigía a su secretario a quien dictaba sus cartas. Veían cómo hablaba con Dios en oración o incluso el trato hacia ellos mismos.

Fueron profundamente movidos por cuanto vieron, oyeron y sintieron en presencia de Pablo. “Somos guardias de un preso extraordinario”. “Sabemos que no está condenado por un crimen”. Y de esta manera fue corriendo la noticia, de guardia a guardia, de guardia a amigo, de amigo a familiar y así hasta llegar a todas las familias.

Cuando de boca en boca se hablaba “Apóstol condenado”, el evangelio se convirtió en el tema de todas las conversaciones. Algunos hermanos estaban aterrados al haberse enterado de la noticia, porque estos necesitaban dejar de enfocarse en ellos mismos y pensar en los demás.

La acusación que había recibido Pablo, que finalmente lo llevó a la cárcel, parecería una terrible noticia y lo más desalentador para el ser humano (ser coartado de su libertad). Pero el Señor lo fortaleció maravillosamente, y no solo a Pablo sino a los hermanos que estaban asustados.

Puede ser que hoy no estés en una cárcel, pero de todas maneras hay muchas  oportunidades para desalentarnos; periodos de indecisión, problemas en el colegio, incertidumbre con respecto a las decisiones que tomarás en los próximos años, falta de empleo o un pasado que te atrapa y puedes agregar varios motivos, pero la manera en que reacciones demostrará en qué crees.

Preguntarás: ¿Qué me sucederá? ¿Cuándo saldré libre? ¿Pueden traerme comida?

O preguntarás: ¿En qué medida se ve afectada la causa del evangelio por lo que me ocurre?

Sea que tu situación cambie o no, tu fe será fortalecida por medio de Cristo, tu carácter será formado más como el de tu Señor y tendrás gozo en la espera, y más que en esperar, tendrás gozo eterno al anunciar la buena noticia.

Por Antonella Azuaga

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