¡Bendiciones, cuántas tienes ya!

Las primeras estrofas de un conocido himno del pasado dicen así:

Cuando combatido por la adversidad
Creas ya perdida tu felicidad,
Mira lo que el cielo para ti guardó,
Cuenta las riquezas que el Señor te dio.
¡Bendiciones, cuántas tienes ya!
Bendiciones, Dios te manda más;
Bendiciones, te sorprenderás
Cuando veas lo que Dios por ti hará.

Las letras de este himno reflejan el espíritu que vemos en los salmistas en las Escrituras, quienes empezaban exponiendo su problema delante del Señor y terminaban alabando y exaltando a Dios por quien es Él y por lo que Él ya ha hecho (Salmos 28:7, 35:18, 111:1-4). No obstante, cuán fácilmente nos quedamos sólo en la primera parte: le exponemos al Señor nuestro problema y permanecemos enfocadas en lo que no anda como deseamos o en lo que no tenemos. Esto nos lleva al desaliento, a la tristeza y aun a la amargura.

Hace un tiempo tomé el reto de escribir, diariamente, al menos un motivo de acción de gracias durante treinta días. Había escuchado los beneficios de prácticas como ésa, pero el Señor obró mucho más allá de lo que imaginaba. Les comparto algunas de las lecciones que aprendí:

-Fue refrescante pasar los días atenta a las bendiciones que iba recibiendo o detenerme al final del día, enumerarlas y notar que usualmente era difícil escribir sólo una.

-Esa práctica me llevó a "poner la mira en las cosas de arriba" y agradecer y alabar a Dios por bendiciones espirituales como la oración, la Redención en Cristo, la esperanza que tenemos en Jesucristo y "la llave llamada Promesa que abre todas las puertas del Castillo de la Duda".

-Me di cuenta que Dios, como un Padre amoroso, nos bendice a diario a través de las personas que nos rodean: una palabra de aliento, un estímulo, una sonrisa o un detalle.

-A medida que pasaban los días, fui movida a dar gracias aun por aquellas situaciones que no andaban como yo quería o que eran difíciles. En verdad el Espíritu Santo obró y me encontré dando gracias en todo.

-Comprobé que hay una relación directa entre dar gracias a nuestro Padre y gozarnos en Él. No en vano leemos: "Estad siempre gozosos; orad sin cesar; dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús", 1 Tesalonicenses 5:16-18.

Así lo expresó Charles Spurgeon: "Una de las mayores excelencias de poseer un espíritu de constante acción de gracias es esta: nos calma cuando estamos felices y nos alegra cuando estamos tristes".

Debido a nuestro corazón pecaminoso, necesitamos entrenar nuestros ojos para que miren con los ojos de la fe y así percibir el torrente de misericordia con el cual nuestro Padre nos baña cada día. Esta práctica nos puede ayudar a ser transformadas por medio de la renovación de nuestro entendimiento; y así, comprobar que Aquél que no eximió ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, en efecto ya nos ha concedido con Él todas las cosas.

¿Te animas a contar las bendiciones que nuestro amoroso Padre nos da cada día?

Por Massiel Zapata

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