¿Cómo responderé al ser probada?

"Entonces Jesús, alzando los ojos y viendo que una gran multitud venía hacia Él, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? Pero decía esto para probarlo, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió: Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo" (Juan 6:5-7).

Cuando alguna pregunta asalta mi mente con respecto a una circunstancia para la cual no veo ninguna salida, solución o progreso, me inclino a pensar que la causa de esto es mi incredulidad o que Satanás quiere tentarme trayendo dudas y cuestionamientos a mi mente acerca de la bondad de Dios. Y aunque sé que en ocasiones ésta es la realidad, al leer este pasaje me di cuenta de que no en todos los casos esa es la razón.

Jesús levanta Sus ojos, ve una gran multitud hambrienta y como resultado de esta situación le hace una pregunta a uno de Sus discípulos y en ella se nos revela cuál era la intención exacta del Señor al hacerla: “Pero decía esto para probarlo; porque él sabía lo que iba a hacer”.

Entonces entendí que no siempre mis preguntas vienen por causa de mi incredulidad o motivadas por Satanás, sino que en ocasiones es Dios mismo a través de Su Espíritu el que pregunta. ¿Y qué va a pasar ahora? ¿Y si el tratamiento no funciona? ¿Y si le pasa algo a mi hijo? ¿Y si no se convierte mi hija? ¿Y si no le dan el trabajo a mi esposo?


Cada quien puede colocar su pregunta, pero debemos reflexionar: ¿y si el Señor me está probando, no “tentándome”, sino probando mi fe? Eso era lo que quería hacer Jesús con Felipe y sé que al igual que la de él, mis respuestas muchas veces son completamente pragmáticas: “Doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo”.

La Palabra de Dios está llena de respuestas a preguntas como la de Jesús a Felipe: ¡Señor Tú lo sabes todo!, ¿Habrá algo imposible para Dios?, ¿Quién puede detener Tu mano y preguntarte qué haces?, ¡Señor, Tú eres Todopoderoso!, ¡Señor, Tú eres lleno de misericordia! ¡Señor, Tú no quieres que ningún hombre se pierda! Y así, podríamos llenar esta hoja de respuestas bíblicas a nuestras dudas y preguntas.

Es mi oración que mi mente y corazón estén siempre llenos de la Palabra de Dios para que pueda ejercitar mi fe en momentos de dificultad y, cuando el Espíritu de Dios susurre una pregunta en mi alma para probarme (porque ya Dios sabe lo que ha de hacer en esa situación), que mi respuesta sea como la de David en el Salmo 61: "En Dios solamente está acallada mi alma; De él viene mi salvación".

Por Sandra Isabel Patín de Matos

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