¿Color de rosa?

Vivimos en un mundo de resultados. Todo se mide por los resultados. Desde las notas de un niño en la escuela primaria, hasta el desempeño de un alto ejecutivo. Todos esperamos resultados en base a las acciones y siempre esperamos que sean “justos”. Es decir, a un buen trabajo, un buen resultado, una buena recompensa. Pero, lamentablemente, tal vez sin darnos cuenta, esta misma manera de pensar la trasladamos a todo, incluyendo nuestra relación con Dios.

¿Alguna vez te has preguntado por qué si amas a Dios, si tratas de agradarle en todo, tu vida no es lo que anhelaste? ¿Por qué no es color de rosa? ¿Por qué aparentemente las de otros, que no son "tan buenos", parecen ir sobre ruedas? 

Bueno, yo sí me hice esa pregunta unas cuantas veces. Y para serte honesta, en el fondo de mi corazón trataba de luchar con Dios y de entender lo que para mí parecía injusto y desequilibrado. Algo así como cuando los niños nos dicen: “¡Eso no es justo!” Y la razón de la injusticia es, por ejemplo, que ya es hora de regresar a casa luego de todo un día de paseo. ¡Como una niña necia me estaba comportando! 

La realidad es que es un mundo caído, sumergido en las consecuencias del pecado donde gente que ama a Dios de corazón tiene que sufrir algo tan horrible como el cáncer; de cerca lo he vivido. Un mundo donde veo a algunas de mis amigas más queridas que no han podido realizar su sueño de ser mamás, a pesar de que a veces las observo y pienso que serían madres extraordinarias porque sus acciones lo demuestran. Un mundo donde nos quedamos sin habla al ver que alguien tiene que pasar por la experiencia dolorosa de perder un hijo, o un esposo. Donde hay tantos niños desamparados o víctimas de tráfico que ni los podemos contar. No, este mundo no es justo. Lo sé.

Sin embargo, la verdad es que "bueno" no hay ni uno solo, mucho menos justo (Romanos 3:10), de modo que es hora que de una vez despertemos del sueño que nos hace creer que hay algo de bondad en nosotros (Romanos 3:23). El estándar no soy yo, ¡el estándar es Cristo! Y solo al cubrirnos con su justicia es que entonces Dios nos salva y nos considera justos. 

"...siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús" (Romanos 3:24).

Pero no se trata de un canje, es cuestión de la misericordia de Dios sobre tu vida y de su soberanía. 

Y también puedo decirte algo más, Dios no es un humano, ni funciona con nuestro sistema. Para Él no es cuestión de cuán bien o mal hagamos las cosas para luego darnos recompensas. Después de muchos años de conocerle, un día, casi en un susurro, el Señor me hizo entender algo que mi mente intelectual sabía pero que mi corazón se negaba a aceptar: si en la vida obtuviéramos todo en base a nuestros actos, entonces sería cuestión de justicia propia y no necesitaríamos a Jesús. Así de sencillo. Sin embargo, como nos dice Pablo en Efesios:

"La salvación no es un premio por las cosas buenas que hayamos hecho, así que ninguno de nosotros puede jactarse de ser salvo” (Efesios 2:9). 

Me entristece ver a tanta gente engañada por la sirena de la prosperidad y la vida color de rosa. Tanta gente que cree que en Cristo la victoria es sinónimo de comodidad y bienestar de este lado de la eternidad. Se nos olvida que Él mismo dijo: “En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). No dice "si tuvieran aflicciones", no, es una garantía. ¿Y sabes algo? Las aflicciones son necesarias. Dios trabaja en nosotros en medio de ellas, nos muestra quién es él verdaderamente y cuánto le necesitamos. Con las aflicciones se desarrolla nuestro carácter (Santiago 1:2-3, entre otros pasajes), y el dolor nos revela la urgencia del Redentor. 

No te dejes engañar si alguien trata de venderte a un Jesús diferente. Ni tampoco por los que puedan decirte que al tener esta convicción eres "una persona negativa". ¡No! Eres alguien que ha entendido bien lo que dice la Palabra. Él no prometió un mundo color de rosa. Lo que sí nos prometió fue la victoria final, al cruzar al otro lado, y estar con nosotros todos y cada uno de los días de nuestra vida.

¿Puedo confesarte algo? Se vive mucho más ligero cuando entendemos que nuestro destino eterno no depende de nuestros resultados, ¡gloria a Dios por eso! Nuestro paso por esta tierra puede ser bello y significativo aun cuando no tenga color de rosa, porque estamos aquí para Su gloria, y no la nuestra. En esta vida solo estamos de paso. Nos aguarda una eternidad, y ¿quién sabe?, ¡a lo mejor estaremos rodeadas de rosas! 

 

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