Cómo vivir en tiempos de malas noticias

Hace unos años hubo una tragedia en un cine de los Estados Unidos a consecuencia de un tiroteo; algunos muertos y varios heridos, entre ellos niños. Horrible. A los pocos días algo similar ocurre en una escuela. Murieron muchas más personas. 

En aquel entonces mi hija tenía nueve años y en la escuela escuchó algo sobre esas noticias y vino con su carita preocupada a hacerme preguntas. Esas preguntas que nunca quisiéramos escuchar porque nos recuerdan el mundo caído e imperfecto en que vivimos. Nos recuerdan que aunque queramos, nuestros hijos no pueden vivir en una burbuja y están expuestos al pecado y a sus consecuencias. Preguntas para las que quisiéramos tener respuestas fáciles, pero no es así.

Me senté con ella e hice lo único que con certeza podría darle, una respuesta verdaderamente sabia y tranquilizadora. Busqué mi Biblia y le mostré el versículo en los Salmos que durante tantos años ha dado paz a mi corazón en medio de muchas tormentas de malas noticias:

“Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará.” Salmos 112:7

“¿Y quiénes son ellos?”, le expliqué yo a mi hija. “El Salmo nos da la respuesta un poquito antes: los justos (v. 4)”. Lo que nos llevó a otra pregunta: ¿Quiénes son los justos? La misma Palabra nos da la definición: “sabemos que una persona es declarada justa ante Dios por la fe en Jesucristo” (Gálatas 2:16). 

¿Será que somos más fuertes que los demás? ¡Para nada! Pero la Palabra de Dios nos enseña que si hemos puesto nuestra fe en Jesús, no debemos tener miedo de malas noticias porque confiamos plenamente en que el Señor nos cuidará. 

El temor es un sentimiento humano, y es válido, siempre y cuando no dejemos que nos domine. Una mala noticia puede hacer que nuestro corazón dé un vuelco y sintamos esta sensación incómoda en el estómago. Pero es ahí donde la Palabra de Dios se convierte en nuestra ancla, sustento, esperanza. Es entonces cuando recordamos que aunque la situación puede producir temor, como “justos que hemos creído en Cristo”, no nos quedamos en el temor sino que confiamos. Recordar el amor que Dios nos tiene, y que ha hecho evidente en Jesús, tiene que echar fuera el temor de nuestras vidas.

Una vida de temor es una vida que no marca diferencia. Eso es lo que quiere el enemigo de nuestras almas, que vivamos en temor, apocadas y aplastadas por las circunstancias. Lamentablemente no puedo decirte que vivirás una vida exenta de malas noticias, pero sí puedo decirte que al ser declarada “justa” delante de Dios, al ser su hija por medio de la fe en Jesús, ya no tienes que vivir esclava del temor. 

"Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos. Ahora lo llamamos 'Abba, Padre'" (Romanos 8:15).

Antes de sentarme a escribir este artículo oré por todos aquellos ojos que lo van a leer, y le pedí a Dios lo siguiente: “Padre, te pido por cada mujer u hombre que pueda leer estas palabras. Si en el día de hoy llega a su vida alguna mala noticia, no dejes que el miedo le abrume. Permite que su corazón tome aliento y confíe en ti, en tu perfecto amor que echa fuera el temor, en tus promesas que nos dicen que nuestras vidas están guardadas en la palma de tu mano. Líbranos de caer nuevamente en la esclavitud del miedo y recuérdanos que en todo momento podemos clamar ‘¡Padre, papá, ayúdanos!'. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén”.

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