Con tu vida

Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”, Romanos 12:1

A veces Dios responde nuestras oraciones de forma tan maravillosa que decir “gracias” se nos queda corto. Cuando David recibía respuesta a sus oraciones, escribía canciones y poesía. En el Antiguo Testamento vemos ofrendas a Dios como expresión de gratitud... ¿Cómo podemos nosotras dar gracias a Dios de forma significativa por las bendiciones que nos da cada día?

No tenemos nada que Dios necesite. Al revés, todo lo que tenemos viene de Él. Él es quien nos da todo don perfecto (Santiago 1:17), nos ha dado la vida, nos da la capacidad de tener dinero y cosas materiales (Deuteronomio 8:18), toda la plata y el oro le pertenecen (Hageo 2:8).

Dios no necesita tus talentos, tu dinero o tu capacidad...

....Dios te necesita a ti.

El apóstol Pablo dedica los primeros 11 capítulos del libro de Romanos exhortando sobre la misericordia y la compasión de Dios. Y llega al capítulo 12 y lo comienza diciendo:

 “Así que…”

Esto es una transición consecutiva: “así que”, “por tanto”, “de manera que”... expresa una consecuencia a lo dicho anteriormente. Si estuviera de nuevo en el salón de clases intentando explicar gramática de la lengua española, replantearía la frase para resaltar la consecuencia:

“Siendo que Dios ha mostrado Su misericordia por nosotros, nosotros, como resultado de eso, debemos presentar nuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es nuestro culto racional”.

En vista de las misericordias de Dios, Sus bendiciones y Sus respuestas a tus oraciones... ofrécete a ti misma, ofrece a Dios tu vida. Me gusta usar la versión Reina-Valera del 60 de la Biblia para todo, pero a veces busco los versículos en otras versiones y me gustó cómo la Nueva Versión Internacional traduce Romanos 12:1, deja más claro lo que estoy intentando decir:

Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”.

¿Y qué significa eso de ofrecernos a nosotras mismas? Significa temer a Dios y andar en Sus caminos (Salmo 128:1), significa hacer justicia, amar misericordia y humillarnos ante Dios (Miqueas 6:8). Significa que cada día, cada mañana, me presento ante Él como un vaso vacío para que Él pueda usarme de la manera que quiere. Significa que Dios está presente en cada pensamiento, en cada conversación, cada decisión y circunstancia.

No se trata de que me levante y, medio dormida, ore un par de minutos sin saber si quiera lo que esté diciendo y comience mi día. No. Se trata de mantener viva la relación con Dios. Él quiere estar presente en cada detalle de tu vida. Habla con Él. Búscale. Sírvele. Obedécele. Eso es ser un sacrificio vivo.

¿Estás realmente agradecida a Dios hoy por todo lo que ha hecho por ti? No sólo expreses tu gratitud por medio de palabras, hazlo también con tu vida. Dale todo lo que eres, todo... la parte buena y la mala, lo perfecto y lo imperfecto, para que Él pueda hacer Su obra maravillosa contigo. Sé un sacrificio vivo.

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