Confianza plena

Es posible que la viudez provoque en nosotras sentimientos de inseguridad, duda y hasta enojo por considerar que Dios ha sido injusto al llevarse a nuestro compañero y padre de nuestros hijos. Si éste es el caso, el antídoto contra esa inseguridad, contra  la duda y contra el enojo sigue siendo el mismo: CONFIANZA PLENA en la fidelidad de Sus Promesas.  ¡Elijamos pues la confianza!

“El será la seguridad de tus tiempos. Te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento. El temor del SEÑOR será tu tesoro”, Isaías 33:6.

Él enaltece a los humildes y da seguridad a los enlutados”, Job 5:11.

Si hemos creído que Dios es inmutable, la viudez es la oportunidad de afirmar esta verdad en nuestra situación particular. Dios no cambia, no varía, Él no afirmó ayer algo que hoy no cumplirá. Él no miente ni se arrepiente como nosotros los humanos y jamás dará una carga, un dolor o una aflicción sin proveernos, al mismo tiempo, de la gracia y el poder de SU SANTO ESPÍRITU para sobrellevarla.

Recordemos que Él es quien da y Él es quien quita y es TODOPODEROSO para darnos la fuerza sobrenatural a través de SU SANTO ESPÍRITU para poder afirmar cada día: ¡Bendito sea el NOMBRE del SEÑOR en mi viudez!

Así que, a pesar de desconocer el plan del SEÑOR para el futuro, si nuestra confianza está arraigada y cimentada en la persona y el carácter del Gran YO SOY, podemos estar seguras de que habrá verdadera seguridad y consuelo real e inmediato en los momentos de dolor; paz que sobrepasa todo entendimiento; provisión invariable para nuestras necesidades materiales y sabiduría para criar y guiar a nuestros hijos.

Él enviará la ayuda humana necesaria y eficaz en el momento preciso. Así que no hay nada qué temer. Verdaderamente el TODO SUFICIENTE será suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades.

Personalmente atesoro esta promesa y la hago propia cada vez que se hace necesaria:

“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”, Isaías 41:10.

¡Qué maravillosa y valiosa garantía en nuestro caso particular!

Con corazón agradecido puedo decir hoy que no cambiaría “el bienestar” y la “seguridad” pasajeras que experimenté antes de pasar por el valle de sombra de muerte, por ninguna de  las profundas lecciones que aprendí acerca del carácter de un Dios personal. Doy gracias por el privilegio de haber sido y seguir siendo testigo de Su fidelidad y de Su amor a través de Sus hijos; por llegar a entender en parte Su soberanía y experimentar Su presencia, Su consuelo y Su provisión. Fue la voluntad de Dios llevarse a mi esposo y mi confianza plena radica en que Su voluntad es buena, agradable y perfecta.


Por Yadira Erchila-Gorek

 

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