Cosas que no puedo controlar

Pues sí, hay cosas que no puedo controlar. Muchas. ¡Y cómo me frustra!

Cada mañana sucede exactamente lo mismo: levanto a Yennixon para ir a la escuela, se viste y se va con su papá. Levanto a Markel y a Nahiara, los visto, los llevo al kínder... y en cuanto cruzamos por la puerta Markel comienza a llorar, a patalear, "no me quiero quedar, me quiero ir contigo"

Esto no me había pasado con mis dos hijos mayores y, la verdad, me agarró totalmente desprevenida. Los primeros dos o tres días de escuela fueron espectaculares. Pero después, creo que cuando empezó a ver que lo de ir a clase era algo de todos los días, comenzó la lucha.

Una vez que está allí, está contento, participa, juega, es obediente, aprende... pero la llegada ¡ah, es una lucha diaria! 

Y todos los días me siento frustrada… y todos los días me siento avergonzada… y todos los días me siento fracasada. 

Lo he intentado todo: ser blanda, ser dura, suplicar, sobornar, amenazar, prometer, recompensar, disciplinar... nada ha funcionado. Se suponía que una vez que se acostumbrara a la escuela todo iba a ir mejor, pero no, ahora una vez que llega al patio del kínder sale corriendo hacia el portón.

Y esta es una de las tantas cosas que no puedo controlar. No puedo controlar que me quede una sola bolsa de leche y no haya más en ninguna tienda (¡ah, no dejes de orar por la situación que estamos atravesando en Venezuela!); no puedo controlar que mi familia no haya tomado decisión por Cristo; no puedo controlar que otras personas hablen mal de mí; no puedo controlar que se vaya la luz casi todos los días; no puedo controlar la enfermedad; no puedo controlar el tiempo... hay cosas que, por mucho que me empeñe, no puedo controlar.

Pero, ante todas estas cosas que no puedo controlar, tengo dos opciones: puedo seguir frustrada, angustiada, preocupada y todos las demás "-adas"... o puedo descansar en Aquél que sí puede controlarlo todo.

Así que, llego de la escuela, agarro mi Biblia, me seco las lágrimas (sí, soy de esas que lloran cuando están frustradas) y comienzo a orar por mi pequeño hijo que aún no comprende que tiene que ir a la escuela todos los días. 

¿Cómo lidiar entonces con la frustración?

Ora. Habla con Dios sobre eso que te preocupa, sobre esas cosas grandes o pequeñas que no puedes controlar. Ora para que Él consuele tu corazón, para que te ayude a lidiar con la situación que te frustra y te agobia.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”, Filipenses 4:6.

Descansa en el Señor. Descansa en que Él sabe, en que Él tiene un propósito, en que Él controla todo lo que se escapa de nuestras manos, en que Él puede llevar nuestras cargas.

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, Mateo 11:28.

Comparte tu carga. A veces creemos que somos las únicas que tenemos problemas, las únicas que pasamos por situaciones que no podemos controlar, que nadie más nos comprende. No es cierto. No eres la única. Habla con alguien sobre tus frustraciones. Incluso si no puede darte un consejo concreto, podrá ayudarte a orar por la situación. 

"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo", Gálatas 6:2.

¿Qué te preocupa hoy que no puedes controlar? ¿Qué cosas te frustran? Habla, ¡no te quedes con ellas! Siempre hay alguien más que te va a poder ayudar. 

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