Crecimiento y Perseverancia (Parte 2)

Vimos en el primer mensaje que en la parábola del sembrador hay 2 tierras que son fáciles de identificar: aquel que rechaza la palabra es un no creyente y aquel que la acepta y sigue creciendo es creyente. Sin embargo hay 2 “tierras” que parecen ser cristianos pero cuando sus deseos están en contradicción a lo que La Palabra enseña, ellos siguen a sus deseos y justifican sus acciones.

Entonces, si los conoceremos por su fruto y sabemos que una persona puede ser no creyente pero tener lo que pareciera buen fruto (aunque reconocemos que realmente no lo es porque solamente un creyente puede obrar en el Espíritu), entonces ¿cómo podemos también diferenciar a los creyentes caídos de los que no son creyentes? Creo que hay tres características:

La primera es la respuesta a la confrontación.

Aquellos a quienes les duele su pecado y regresan al redil son creyentes. Quiero clarificar que esto no es igual que admitir el pecado, justificarlo, compararse con otros o criticar a aquellos que lo han confrontado por su mala conducta o mal manejo de la situación, etc., sino humildemente aceptar la corrección y luego hacer los pasos para corregir el daño que han hecho.

La segunda es el crecimiento en El Señor.

Los cristianos verdaderos son personas que cada día son más humildes y tienen más amor por el Señor. Su crecimiento no es restringido al servicio sino es en conocimiento de las Escrituras y aplicación de la misma, y esto debe ser evidenciado por las personas a su alrededor.

Y la tercera es la perseverancia.

Dios es fiel aun cuando nosotros no lo somos (2 Timoteo 2:13). Él ha garantizado nuestra salvación (Hebreos 7:25) y ha dicho que “nadie las puede arrebatar de la mano del Padre” (Juan 10:29). Como sus misericordias son nuevas cada mañana, (Lamentaciones 3:22-23), Él nos sanará y nos vendará (Oseas 6:1). Él nos ha asegurado a través de Santiago 4:8 “Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones”. Él siempre está listo para aceptar a sus hijos, cuando nuestra disposición es en el lugar correcto.

Sin embargo, para aquellos que no son creyentes, “en el caso de los que fueron una vez iluminados, que probaron del don celestial y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, que gustaron la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, pero después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y lo exponen a la ignominia pública” (Hebreos 6:4-9), demostrando de nuevo que aquellos que nunca fueron creyentes no perseveran. Para aquellos que tienen oídos…

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