Cuando dejamos a Dios por fuera

Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio. Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.” – Eclesiastés 2:12-17

Eclesiastés proporciona conversaciones de las cosas cotidianas en las que hemos estado buscando satisfacción diariamente en este mundo pasajero. Es una conversación sin referencia hacia Dios, sobre todas las cosas que pasan a nuestro alrededor. Comenzando con nuestros lugares de trabajo hasta los debates políticos del momento, y en los rincones de nuestros hogares y nuestros corazones – nos hemos vuelto ansiosos y en espera de respuestas alejadas de Dios.

En Eclesiastés, desde el capítulo 1 versículo 14 hasta el capítulo 2 versículo 23 Dios ha sido dejado por fuera. Y antes de que comencemos a criticar a Salomón, podemos observar una epidemia en los seguidores de Jesús, y en la cual algunas veces tú y yo hemos sido contagiadas también… Somos tan confiadas en nuestras conversaciones sobre Jesús el domingo en nuestras iglesias, pero de lunes a sábado muchas veces no mencionamos Su nombre para nada. Muchas noches no conciliamos el sueño preocupadas por el mañana, sin el más mínimo pensamiento de llevarlo en oración a Dios. Participamos en debates de tipo político y de noticias desde nuestro punto de vista personal y fallamos en hacer referencia a nuestro Dios soberano. Nos medimos por lo que el mundo dice que es ser exitoso y nos sentimos derrotadas cuando no cumplimos con esas expectativas y no nos paramos firmes en lo que somos en Cristo.

Cuando dejemos a Dios por fuera, nuestra sabiduría proviene de las cosas del mundo. No toma mucho tiempo ¿verdad? Y cuanto más tiempo estamos alejadas de la Palabra de Dios, especialmente en esos momentos de duda, más nos dejamos influenciar por las maneras del mundo y las palabras que se escuchan a diario en él. Y olvidamos la Verdad.

Amada, “Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía.” ­– Santiago 3:17 (RVR1960)

Cuando dejamos a Dios por fuera, nuestro testimonio sufre. Nuestras vidas son una historia constante, la cual puede acercar a los demás a Cristo o alejarlos. Cuando dejamos a Dios por fuera de nuestras decisiones, no sólo contribuimos a nuestra propia futilidad sino que perdemos la oportunidad de hablar a los demás –en un mundo que muere diariamente– de la esperanza y la verdad. Dios nos encomendó el ir al mundo y predicar las buenas nuevas (Mateo 28:19). ¿Y cómo podemos predicar las buenas nuevas al perdido cuando no podemos predicar a nosotras mismas?

Cuando dejamos a Dios por fuera, nuestras almas están ansiosas. Agustín lo resumió así: “Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que puedan encontrar descanso en Ti.” Incluso cuando Salomón reconoció que la sabiduría es mejor que la necedad, su corazón seguía sin encontrar descanso, su corazón estaba ansioso al pensar en la muerte. Y así mismo, nuestra amnesia bíblica nos quita el enfoque del hecho de que para los creyentes la muerte no es el final… y que cualquier cosa que obtengamos en este mundo nunca se podrá comparar con la relación con Dios y la eternidad en el cielo con Él.

Conversemos: ¿En qué detalles de tu vida has dejado a Dios por fuera de la ecuación?

Las buenas noticias aparecen en el capítulo 2 versículo 24 donde el nombre de Dios se vuelve a mencionar. Y créeme, vas a notar la diferencia. Su nombre excederá cualquier cosa que este mundo pueda ofrecerte. Nuestros corazones no tienen por qué estar ansiosos ni un minuto más. Vamos a poner a Dios de vuelta en nuestras conversaciones y vivamos llenas de la esperanza que sabemos que es verdadera.

Desafío: En nuestras interacciones de esta semana, donde podemos ver que hay sufrimiento, desesperanza y que las palabras del mundo vienen primero, trae el nombre de Dios a la conversación… habla la verdad, la esperanza y el amor Cristo a aquellos a tu alrededor.

Por Whitney D.

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