Cuando las cosas no salen como las planeamos

Pasaje: Isaías 55:8-11

Versículo Clave: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, Isaías 55:10-11

“¿Hiciste lo mejor que pudiste mi amor?”

“Si, mami” - dijo en voz baja.

“¿Estudiaste para el examen y revisaste tus respuestas?”

“Si, mami, te lo prometo”.

Ella estaba a punto de llorar.

Mi corazón se derrumbó. Me sentí impotente y tonta. Su nota era inaceptable y no era la primera vez que pasaba esto en ese mes.

Me hallé odiando a pre-algebra de nuevo.

No, no pensé sobre pre-algebra cuando le dije sí a la educación en el hogar (homeschooling, en inglés) para mis niñas. No, pre-algebra no estaba en mi lista de “contras”. En realidad no tenía una lista de “pros y contras”. Simplemente sabía que Dios nos estaba llamando a inscribir a nuestras hijas en una escuela híbrida, donde ellas asisten a la escuela unos días y estudian desde el hogar los otros. Me imaginé que nos iría bien; al fin de cuentas, yo tan sólo iba a servir como una facilitadora en los días que estuvieran estudiando en casa.

¡Equivocada! Cuán equivocada estaba.

Era yo quien se suponía ayudara a mis bebés cuando ellas no supieran qué hacer. Por el contrario, vi las tareas de pre-algebra y me pregunté cómo fue que sobreviví la escuela hace treinta años.

“Bonito. Muy bonito, Patricia. ¿Qué estabas pensando?”

¿Realmente dijo Dios…?

Allí fue cuando empecé a cuestionar a Dios en una decisión en la que Él nos guio, paso por paso. Sabíamos que era Su voluntad. Buscamos Su confirmación y la recibimos.

Pero al ver el primer obstáculo, en la primera situación incómoda, decidí que lo había malinterpretado.

Quisiera poder decir que esa era la primera vez en mis 20 años como cristiana que dudé de Su dirección cuando las cosas no salieron como las había planeado. Cómo desearía ponerme la capa de la súper-cristiana y declarar que siempre le digo a mi corazón que se calme cuando las cosas se empiezan a salir de (mi) control.

Pero no es así.

Me alegra estar bien acompañada.

Muchos de los gigantes de la fe de Hebreos 11 lucharon con el mismo tipo de incredulidad antes de llegar al lugar donde ellos siempre podían ver con ojos de fe imbatible.

Pensar en Sara riéndose del pensamiento de tener un bebé en su vientre estéril… Génesis 18:12

Pensar en Abraham dudando del Pacto de la Promesa y acordando un atajo… Génesis 16:2

Pensar en Moisés manteniendo sus ojos en lo inadecuado que era, en vez de la promesa de que el YO SOY estaba con él… Exódos 4

Pensar en Pedro negando a Cristo después de haber ofrecido morir por Él… Juan 18:15-27

Pensar en Tomás tocando las heridas después de haber visto al Salvador resucitado… Juan 20:27

Verdaderamente, cuando Dios nos da una dirección o promesa, usualmente comenzamos por el camino correcto, actuando como alguien que verdaderamente cree… únicamente para parar al ver un obstáculo que es más grande que nuestras habilidades… un resultado inesperado… o ponernos ansiosos y saltar por delante de Dios cuando pensamos que Él está tomando demasiado tiempo.

No obstante, las palabras de Dios a Isaías suenan verdaderas a cada una de las promesas que Él hizo a Sus hijos del Pacto:

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”, Isaías 55:11

Me alegra haber perseverado y haber sobrevivido pre-algebra el año pasado.

Algebra 1 ha sido la promesa cumplida, ya que la ‘A’ que sacó nuestra hija confirma que pasamos otra prueba de fe cuando le recordamos a nuestros corazones el creer y confiar… y simplemente perseverar en obediencia. Pero sé que vendrán otros tiempos, cuando me sienta tentada a cuestionar a Dios y preguntar si hice un cruce equívoco en Su camino para mí, simplemente porque Él ha elegido moldearme en el proceso.

Oro que mi respuesta final sea la misma:

Le diré a mi corazón que crea.

Y mientras tanto, cuando no pueda ver la totalidad de Sus promesas, elegiré mantenerme buscándole… confiando en Él… escuchando Su guía… obedeciendo Su palabra.

Sabiendo con todo mi corazón que en Su tiempo perfecto, me deleitaré mientras Su Palabra de Promesa se cumple en su totalidad… así como Él dijo que sería.

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