Cuando necesitas renovación, restauración y un camino

Me reuní con una amiga para cenar y celebrar su cumpleaños. Como es de esperar, surgió el tema de la edad y el paso de los años. El reloj del tiempo es indetenible y con esto, por supuesto, vienen las distintas etapas de la vida, cada una con sus desafíos.

Cuando David escribió Salmos 23 de cierta manera también reflexionó en esto. De hecho, muchos creen que lo hizo hacia el final de su vida, quizá durante la rebelión de su hijo Absalón. Mira lo que dice el versículo 3:

«Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre.» (NTV)

Él renueva mis fuerzas. ¿Quién? El Señor, el Buen Pastor. Todas necesitamos fuerzas renovadas, porque la vida pesa y produce cansancio, ¿verdad? Si lees los versículos anteriores encontrarás que una de las maneras en que lo hace es llevándonos a Su descanso, Su reposo. Es en la quietud de la presencia de Dios que nuestras fuerzas se renuevan.

En tantas ocasiones me he sentido débil… ¡al punto de querer tirar la toalla ante una u otra situación! Pero Jesús nos recuerda que su gracia es suficiente; justo en nuestra debilidad, en nuestra falta de fuerza, es donde su poder se perfecciona (2 Corintios 12:9). Cuando algo parece demasiado grande como para sobrepasarlo, cuando la vida nos lanza de esas cosas que aplastan, ¡la gracia de Dios es suficiente! Tú y yo no tenemos que pretender que somos «campeonas, súper fuertes». La verdad es que allí, en lo escondido de nuestro corazón, sabemos que detrás de la coraza se esconde una mujer que ayuda para renovar sus fuerzas. ¡Y ahí está Jesús, haciéndolo a través de su Espíritu que vive en nosotras! No se trata de nuestra fortaleza, ni de nuestra capacidad, se trata de Él, de entender que podemos tener fuerzas renovadas cada día por su gracia y misericordia.

Mujer, una manera muy sencilla de vivir en el diseño de Dios es reconocer que necesitamos de Él. Nunca la intención fue que venciéramos solas, en nuestras escasas y precarias fuerzas humanas. ¡Él ganó la guerra en la cruz! Y ahora, en las batallas cotidianas, cuando creamos que no podemos más, que desfallecemos… ¡el Buen Pastor viene a socorrernos y nos renueva!

Pero hay otra manera de mirar este versículo, y para ello veamos cómo lo tradujo la Biblia de las Américas: «Él restaura mi alma».

Jesús es experto en restaurar almas, o traerlas de vuelta a la vida, que es una manera de traducir la palabra original. Solo Él trae de muerte a vida (Colosenses 2:13). Solo Él puede llevar a luz un alma que antes vagaba en oscuridad (1 Pedro 2:9). Solo Él puede blanquear el alma ennegrecida por el pecado (1 Juan 1:7). Mi querida lectora, nuestra alma solo puede experimentar restauración en Jesús. Mientras eso no suceda, andamos con un alma muerta eternamente. ¿Ha sido tu alma, tu vida, restaurada por Cristo, el Buen Pastor?

El versículo continúa diciendo esto: «me guía por senderos de justicia [o de rectitud] por amor de su nombre» (LBLA).

Las ovejas necesitan del pastor para caminar por un sendero seguro, conocido, donde no resbalen. En el original la palabra para senderos indica un camino muy transitado, un surco. Así que por ahí el pastor las guía, para que no se desvíen ni se caigan. Eso es lo que ha hecho Jesús. Nos ha abierto un camino de justicia, un camino seguro, recto y agradable a Dios. Él nos guía por ese camino, no podemos transitarlo sin su dirección. Y lo hace por amor a su nombre, porque somos las ovejas que el Padre le ha dado (Juan 10:29).

Es mi oración que estas palabras hablen a tu corazón para que entiendas que no hay camino seguro fuera del que tenemos junto a Jesús, el Buen Pastor. A veces la vida se torna muy difícil y no es lo que pensábamos, pero cuando como «ovejas» conocemos la voz del Pastor que nos guía, podemos caminar confiadas y salir renovadas. ¿Conoces su voz?  ¿La estás siguiendo? Algo para pensar.

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