Cuando quieres ser más que una mujer inteligente

Hace muchos años, cuando todavía era una jovencita y no tenía idea de muchas cosas en la vida, le escuché decir esto a mi pastor de entonces: “La vida es una decisión, constantemente estamos tomando decisiones”. Y tenía razón. 

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos vivimos en una decisión. ¡Piénsalo! Nos levantamos y decidimos qué vamos a hacer primero, si desayunar o vestirnos. Luego, frente al clóset o el armario, ¿qué me voy a poner? (¡esta decisión es mucho más sencilla para los hombres que para las mujeres!). Después decidimos qué camino tomar para llegar al trabajo o la escuela, qué haremos para almorzar, ¿comprar almuerzo o llevar algo de la casa? Y así, casi sin darnos cuenta nos pasamos el día decidiendo. Claro está, estas decisiones son bastante fáciles y las tomamos prácticamente sin pensar mucho. 

En cambio, aquellas cosas que consideramos grandes en la vida, aquellas decisiones mayúsculas como qué estudiar, con quién me voy a casar, dónde vamos a vivir, cuántos hijos tendremos, etc., esas las meditamos mucho más. O al menos así trata de hacerlo la mayoría de las personas. 

Sin embargo, ¿qué te parece si te digo que tanto para las decisiones pequeñas como para las grandes necesitamos un componente esencial? Si quieres llegar a ser esa mujer que Dios tuvo en mente en su plan original, entonces es crucial que busquemos ser mujeres sabias para que la sabiduría caracterice nuestras decisiones y podamos vivir la vida abundante. 

El mundo está lleno de mujeres inteligentes, pero tenemos escasez de mujeres sabias. Existe una gran diferencia entre una persona inteligente y una persona sabia. La sabiduría va mucho más allá de nuestra capacidad para comprender y analizar, la sabiduría se refleja en nuestro actuar, en nuestras decisiones, incluso en las palabras que usamos y la ropa que nos ponemos. 

Llegar a ser una mujer sabia es una especie de viaje, pero un viaje de todos los días. Lo bueno es que tenemos una garantía excelente porque Dios nos promete en Su Palabra que si se lo pedimos, nos dará sabiduría. Y no en una medida estrecha, sino amplia (Santiago 1:5). 

Ese es el paso inicial, pero hay mucho más. 

Fue justo como parte de ese viaje que me dediqué a explorar el libro de Proverbios, porque en sus páginas se encierra todo un caudal de consejos sabios. 

Llegar a ser una mujer sabia es una meta que a veces pareciera difícil pero no es imposible; está a nuestro alcance si dejamos que la Palabra de Dios y sus principios transformen nuestro corazón y si estamos dispuestas a obedecerlos. 

Quiero invitarte a hacer juntas este viaje para ir más allá de ser una mujer inteligente, para ser una mujer sabia, y de ese modo edificar nuestros hogares, nuestras relaciones y experimentar la vida como Dios la diseñó. ¿Me acompañas?

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