¡Cuidado con la amargura en la soltería!

"Cuídense unos a otros, para que ninguno de ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a ustedes y envenene a muchos", Hebreos 12:15 (NTV).

Cuando era niña jugaba a planificar mi futuro... "Estudiaría tal cosa y terminaría al tal edad y justo antes de cumplir 'tantos' me casaría y tendría hijos. Los juguetes de mis hijos se guardarían en una enorme caja tipo cofre que me gustaba en mi infancia…" Y así de detallados eran mis planes…  ¿Le ha pasado a alguna de ustedes?

Bueno, el asunto es que, los “tantos” ya llegaron y ni esposo, ni hijos, ni caja de juguetes. Mis planes no eran lo que Dios tenía planeado para mí, y aunque esa es la mejor noticia del mundo, a veces no se siente así. En especial en esas fechas en las que las amigas del colegio comienzan a comprometerse y casarse… ¡Luego van las de la universidad! Y al mirar mi mano no puedo ver ningún anillo y mi corazón comienza a llenarse de amargura.

Muchas de nosotras crecemos esperando que un día llegue el Príncipe Encantado en nuestra búsqueda y cuando vemos que los “príncipes” de nuestras amigas van llegando comenzamos a frustrarnos, a no entender, a dudar de si somos o no atractivas y a buscar respuestas a nuestras interrogantes en lugares poco apropiados y nos frustramos más y más de manera que nuestra amargura va creciendo y le van saliendo ramitas.

¿Te duele o te enoja cuando tus expectativas no son cumplidas?

¿Estás enojada con Dios por “no escuchar” tus peticiones?

¿Te desesperas?

¿Te molesta cuando alguien consigue esa bendición que tu quisieras que fuera tuya: un novio, matrimonio o quizás simplemente flores en una fecha especial?

¿Tu amargura te ha llevado a pecar?

Esto que parecería algo pequeñito puede tener consecuencias graves, en especial cuando la usamos de excusa para caer en tentación o para aceptar propuestas que no debemos. En nuestra confusión, como creemos que la amargura se debe a que no nos han dado lo que “necesitamos”, la retenemos hasta conseguir eso, como haciendo una rabieta en lo más profundo de nuestro corazón. Y el problema serio con esto es que dentro del engaño, no nos damos cuenta de que esto no es cierto, ¡la satisfacción de un anhelo no nos quitará la amargura! Entonces… ¿qué lo hará?

1. Reconocer que guardar amargura en nuestro corazón es pecaminoso.

2. Identificar esas pequeñas raíces justo cuando van saliendo y “quitarla de nosotras” a través de la confesión y el arrepentimiento.

3. ¡Gozarnos en el Señor! Reconocer que Él es suficiente para nosotras y que ninguna bendición material puede compararse con Él.

4. Ser agradecidas. “El mejor antídoto contra la amargura es un corazón agradecido”.

Sé que eso puede sonar difícil cuando estamos acostumbradas a dejar que la amargura forma parte de nuestra vida, pero recordemos lo que dice la Palabra:

"Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta", Efesios 4:31 (NTV).

Un hábito que puedes comenzar a practicar desde hoy mismo por el bien de tu alma es librarte de toda raiz de amargura y una forma de hacerlo es no aceptar ese “dolorcito” como algo que “está bien”. ¡Es una maravillosa noticia que a través de Cristo podamos ser perdonadas por el pecado de nuestro corazón engañoso y perverso! Pero ya no tenemos que quedarnos engañadas sino vivir a la luz de la Verdad y que ese sea nuestro gozo.

Por Clara Nathalie Sánchez Díaz


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