¡Cuidado! Hay Peligro

Una advertencia, una amenaza. Alguien ya pasó por eso y ahora nos advierte, ¡hay peligro! Puedes desviarte y no conoces el camino, es peligroso, anda con cautela, piensa antes de actuar.

Al llegar a los dos últimos versículos de la primera carta de Pablo a Timoteo, puedo leer con tono de advertencia “Timoteo, cuida bien lo que Dios te ha confiado.’’ – 1 Timoteo 6:20 (NTV). Y si, sé que es una advertencia porque esta escena me recuerda a mi mamá, quien tantas veces repitió “cuida bien lo que Dios te ha confiado’’ y en esas palabras siempre hubo un peso de responsabilidad muy grande.

A mis 8 años de edad inicié los estudios de música clásica y con ellos los conciertos de coro y violín. Era una fiesta cada vez que tenía una presentación, hasta que un día, después de 10 años, decido en mi necedad dejarlo todo, por nada. Mi mamá nunca dejó de repetir “cuida bien lo que Dios te ha confiado’’: el don, la sabiduría y el talento para ejecutar mi voz y el violín para Su gloria.

Lo mismo había dicho Pablo, y tal vez con el mismo temor de mi mamá se refería a la sabiduría, el discernimiento y la piedad que Cristo había generado en Timoteo. Porque… porque siempre hay un por qué.

Porque muchos perdieron su tiempo en discusiones que no llevaban a la edificación.

Porque decidieron adornar sus doctrinas de cosas que impresionan y atraen al hombre carnal.

Porque intentaron impresionar en algún debate vacío e interminable.

Porque decidieron agregar argumentos “contemporáneos’’ al evangelio para que sea más atractivo.

¡HAY  PELIGRO!

Los frutos de la arrogancia, el orgullo y la soberbia de quienes por el deseo de obtener reputación, fama o aplausos, destruyen y corrompen el verdadero evangelio. Son ellos enredados también en sus propias mentiras y terminan desviándose del camino de la fe.

"La sana doctrina es saludable, pura y libre de contaminación y error. Es como respirar aire puro y fresco" – Nancy Leigh DeMoss

La doctrina malsana es una mezcla de aire puro y contaminación, una verdad a medias.

La verdadera doctrina del Evangelio es simple, profunda y sin dobles intensiones.

Esto debe generar en nosotras estudiar la palabra de Dios para hallar el discernimiento y la sabiduría, para que podamos ver y despreciar la aparente sabiduría que tanto impresiona al mundo aunque NADA tenga de beneficios.

¿Cómo no desviarnos?

1. Estudiando, estudiando y estudiando. Anima a tus amigas a estudiar las cartas, las historias de los que enviaron y el contexto en que se escribieron. “Reteniendo la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina’’ – Tito 1:9

2. Aconsejando.“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina’’ – Tito 2:1. Dios da sabiduría en abundancia, aconseja a tus amigas de acuerdo a la Biblia.

3. Enseñando.Si tienes hermanos menores, primos o vecinos, enséñales el evangelio. ¡Simple y sin dobles intensiones!

Por Antonella Azuaga

 

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