¿Cómo comenzar un ministerio de mujeres?

La pregunta más común que recibo de las mujeres cuando viajo a otras iglesias es cómo comenzar un ministerio de mujeres. Y aunque no me siento una experta en esta área, puedo dar mi testimonio de cómo lo hicimos en nuestra iglesia.

Hace 20 años, mi esposo Miguel Núñez y yo nos mudamos a Santo Domingo para plantar una iglesia; y ya que soy médico de profesión y no soy dominicana, me encontré en una posición de dependencia total de Dios. Era evidente que yo no podía hacerlo sola, porque ni siquiera sabía las necesidades de las mujeres. Por eso, comencé a orar pidiendo dirección del único Sabio que me podía ayudar, el Señor.

Efesios 2:10 nos dice: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas”. Por eso no tenía dudas de que Él tenía un plan para nuestra iglesia y mi meta consistía en descubrirlo.

1 Corintios 12:18 nos asegura que Él “ha colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo según le agradó”, entonces, la conclusión a la que llegué fue que podía entender lo que Él quería, según las mujeres que encontraba en la iglesia.

Lo que hice entonces fue identificar a las mujeres con el don de liderazgo y les pedí formar un equipo de liderazgo para buscar la voluntad del Señor en oración y, luego, identificar dónde Él quería que camináramos. Formaríamos un equipo para dirigirlo. Conforme a los dones y habilidades que encontráramos, íbamos a definir entonces la dirección que el Señor deseaba que tomáramos.

Mientras trabajamos juntas, siempre trabajábamos bajo la dirección del pastor y de acuerdo a la visión que el Señor le dio para la iglesia, porque no queríamos un grupo de mujeres trabajando aislado y suelto. Desde el principio queríamos ser “Ezeres”, o ayuda idónea, no solamente con nuestros esposos, sino con nuestra iglesia también.

Como nuestra iglesia es una iglesia de primera generación, y sabemos que Satanás ha cegado los ojos del incrédulo (2 Corintios 4:4), nuestra primera meta fue contrarrestar la cosmovisión feminista que existía (Colosenses 2:8) para reemplazarla con las verdades bíblicas (Filipenses 4:8). En estos primeros años vimos muchas mujeres convencidas de pecado, las cuales pidieron perdón y cambiaron sus estilos de vida. Presenciamos muchos matrimonios restaurados y familias sanadas con la verdad de Jesucristo.

En este proceso, pudimos identificar otras líderes potenciales y comenzar a mentorearlas. Aunque siempre hay nuevas mujeres entrando en la iglesia que necesitan oír sobre esta verdad, hemos crecido al punto que hay líderes con grupos pequeños de estudios bíblicos donde ellas pueden confrontar, enseñar y mentorear a estas nuevas.

Poco a poco el Señor ha abierto diferentes oportunidades donde las mujeres pueden trabajar. Como “Dios es quien obra en vosotros tanto el querer como el hacer, para su beneplácito” (Filipenses 2:13), cuando identificamos una necesidad y, al mismo tiempo, encontramos las mujeres que tienen el deseo, el don y la capacidad de hacerlo, oramos para ver si esto es lo que el Señor quiere y luego caminamos en fe buscando Su dirección.

Dios es el Maestro de la obra y Él quiere revelarnos Su plan. A causa de esto, nuestro deber es mantenernos abiertas a donde Él está trabajando y juntarnos a Él. Con los años, el ministerio ha crecido en muchas direcciones, sin embargo, con la visión intacta de una iglesia sin muros, la cual es la visión de nuestra iglesia.

En la actualidad, tenemos más de 10 estudios bíblicos para mujeres en diferentes casas y con diferentes líderes; cada uno llegando a mujeres de diferentes edades y/o necesidades. Por ejemplo, tenemos grupos de jóvenes lideradas por mujeres jóvenes, madres que oran o mujeres con niños pequeños, etc. Tenemos una página de Internet dirigida y trabajada por mujeres, hay un programa de radio donde también las mujeres están trabajando en diferentes aspectos, tenemos mujeres trabajando en misiones, locales e internacionales, de corta y larga duración.

Hay un grupo de mujeres que trabaja con las mujeres en las cárceles, otras trabajando con prostitutas, hay varios grupos de intercesión, hay varios ministerios de misericordia para los necesitados, hay mujeres trabajando en la escuela dominical, en la guardería, mujeres trabajando en el ministerio para las jóvenes, hay mujeres trabajando en la consejería y hay mujeres dando charlas a otras en nuestra iglesia y en otras iglesias.

La lista sigue creciendo. Nuestro Dios es infinito y Sus caminos no son nuestros (Isaías 55:8), sin embargo, Él tiene un plan para cada iglesia y Su deseo es revelarlo. Santiago 1:5 nos asegura, “pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”

Nuestra confianza no es en nuestra sabiduría, conocimiento, habilidades y dones, sino en el Dios del universo que hará Su obra con o sin nosotras (Job 42:2). Sin embargo, ser usado por Él es un privilegio que no tiene precio. Para terminar, antes de comenzar y en cada paso que tomamos mientras el ministerio sigue creciendo, recordemos el pasaje que dice, “Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas” (Proverbios 3:5-6).

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