¿Cómo permanecer casados sin vivir decepcionados?

La única relación interpersonal que no elegimos es la relación con nuestros padres y hermanos. Elegimos nuestros amigos, nuestras relaciones laborales y también tenemos la maravillosa oportunidad de elegir a quien debería ser nuestro cónyuge para toda la vida.

Pero tanto las relaciones que elegimos, como las que no elegimos, siempre nos ponen frente a una encrucijada. Podemos elegir tener una relación saludable y conveniente, o una enfermiza, perjudicial e inconveniente. Lo real es que usted tiene el tipo de relaciones que ha elegido.

Debido a que el bien debemos aprenderlo y el mal viene con nosotros porque tenemos una naturaleza pecaminosa, tener una relación matrimonial saludable y no vivir decepcionados no es natural ni fácil. Además, Dios nos ha permitido tener libre albedrío y podemos elegir el tipo de relación que vamos a desarrollar.

Lamentablemente muchas personas eligen -consciente o inconscientemente- relaciones tan enfermas que terminan en divorcio y en el mejor de los casos, muchos eligen desarrollar su relación sin ninguna preparación.

Si usted solo espera que mediante un milagro Dios sane su relación matrimonial enferma, debo decirle que la Biblia y la realidad nos indican que en la mayoría de los casos Dios elige no hacer un milagro. Sin embargo, a la vez Él nos da todas las herramientas necesarias para que asumamos nuestra responsabilidad personal.

Si usted lleva años orando y aun así vive casada pero decepcionada, mi recomendación es que le obedezca a Dios y asuma responsabilidad para que mediante la aplicación de los principios bíblicos pueda vivir casada y no decepcionada.

Si por años ha tratado de desarrollar su relación matrimonial de acuerdo a sus gustos, planes, ideas y pensamientos, no me extraña que viva descontento, porque nada en la vida funciona bien siguiendo nuestros gustos, emociones y pensamientos e ignorando los principios, verdades divinas y sus estrictos mandamientos.

Si está desarrollando su relación basado en principios, si es sabio en su comprensión y fiel en su aplicación, sin duda tiene una relación matrimonial provechosa, productiva y estimulante. Mi tarea como consejero es ayudarle a que aprenda a desechar sus ideas y que conozca cuales son los principios que debe aplicar para vivir como casado, pero sin permanecer decepcionado.

Su primera acción debe ser desechar los enemigos de una relación provechosa. Ponga mucha atención al siguiente principio:

“No conseguimos una relación saludable automáticamente. Como todo gran logro o conquista en la vida, debemos vencer vivir en forma cautelosa; y luchar con fortaleza y en unidad, por vencer los enemigos de la relación matrimonial provechosa”.

Los enemigos de una relación provechosa son:

La rutina: Es decir, las actitudes y acciones aburridas y repetidas que impiden lo emocionante.

El maltrato: Trato irrespetuoso que produce agravio.

El desconocimiento: Incompetencia para desarrollar una relación.

La postergación: Aplazamiento destructivo de las cosas urgentes.

El resentimiento: Actitud elegida que impide el contentamiento

Su segunda acción debe ser tener un programa de entrenamiento para adquirir, conocer y practicar las características esenciales de una relación provechosa. Ponga atención al siguiente principio: “Así como los matrimonios que se destruyen tienen causas comunes, así mismo las relaciones saludables también tienen características similares. Es que solo logran tener una relación saludable y provechosa los cónyuges que en su relación matrimonial desarrollan las características bíblicas esenciales que permiten tener una relación equilibrada y hermosa”.

Estas son las características que ambos deben aprender y aplicar regularmente para desarrollar su relación matrimonial saludablemente:

Desarrolle la interdependencia y evite la independencia y dependencia. Fundamente su relación en el amor divino, en vez de sus ideas y pensamientos humanos. Obtenga conocimiento bíblico periódica y sistemáticamente y aplíquelo disciplinadamente.

A pesar de los cambios normales en las relaciones interpersonales, cambien lo necesario y mantengan lo fundamental. Aprendan a evitar los problemas evitables y a buscar solución bíblica y fundamental a los conflictos naturales inevitables.

Eviten la idea de tener un cónyuge ideal, nadie puede ser todo lo que usted espera. No exija que su cónyuge actúe como usted, aprendan a vivir con respeto y excelencia pese a las diferencias. No intente cambiar a su cónyuge, pero cambie sistemáticamente lo que se exige bíblicamente.

Desarrollen la virtud del perdón bíblicamente y desechen el resentimiento y la amargura en forma consistente. Frente a todo pecado realice una sabia confrontación, no elija ni permita la rebelión.

Y finalmente, determine vivir una vida fructífera y realizada, aunque su cónyuge elija vivir una vida conflictiva y amargada. Sólo así podrá vivir casado, pero no decepcionado.

Por: David Hormachea

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