¿Cómo quieres ser cuando tengas 50?

Días atrás una mujer que amo mucho celebró su cumpleaños número 50. Nancy Leigh DeMoss suele decir que uno de sus mayores deseos es ser una anciana piadosa y bromea con que lo de “anciana” llega más rápido que lo de piadosa… Y en mi vida está pasando lo mismo, voy envejeciendo… Igual sucede contigo, ya sea que lo notes o no, y me pregunto, ¿hacia dónde vamos? ¿Cuáles son nuestras metas?

Les comparto una pequeña reflexión que hice hace un tiempo y que me ha ayudado y creo nos ayudará a determinar en qué usaremos nuestras fuerzas estos años de juventud.

No sé si habrá canas en mi cabeza o un anillo en mi dedo. Ignoro cómo lucirá mi cuerpo y el lugar donde estaré. Solo sé una cosa ahora y es la que quiero recordar: "Soy una gran pecadora y tengo un gran Salvador". Que jamás el dulce sabor de Su gracia me haga olvidar la amargura del pecado y lo negro de mi pasado, que Su luz sea un constante recordatorio del pecado que en Cristo fue lavado.

No quisiera que jamás sus bendiciones sean convertidas por mi corazón en pecado, que el orgullo y la autosuficiencia no tenga lugar en mi corazón.

Ya que estaré más cerca de mi Señor porque los años a Él me llevan, quiero también que mi andar sea más parecido al Suyo.

Quiero ser una mujer piadosa, quizás me tome 25 años aprender a callar si digo una palabra menos cada día, que como la música, mis sonidos y mis silencios se combinen con la voluntad de Dios y edifiquen, estimulen, consuelen y adornen la doctrina.

Que cada una de mis actitudes y acciones estén sometidas a Él y le glorifiquen.

Resuelvo no resolver nada más allá de buscar al Señor cada día en oración y en Su Palabra y anhelo no anhelar nada más que Su voluntad, cuyas formas desconozco.

Aunque desconozco con quién o dónde estaré, sé que el Señor estará conmigo, escondida en Cristo es y será mi paradero. Bajo Sus alas estaré segura y por Su gracia ahí me mantendré. Quisiera disfrutar de la alegría de saber que mis amadas ancianas están en la presencia de nuestro buen Dios y han entrado en Su gozo, cuánto me alegraría de saber que algunas familiares también lo harán. En cuanto a estas mujeres y a esta mujer, anhelo que su legado esté siempre vivo en mis hechos, en mis palabras, y que su recuerdo habite honrándolas en mi corazón hasta que disfrute junto a ellas de la presencia del Señor.

Quiero haber invertido todo mi tiempo y recursos en lo eterno, en el Reino. Que mi memoria siempre recuerde la gracia recibida, el tiempo, los regaños y que todo eso pueda dar fruto al ciento por uno.

Quiero vivir piadosamente cada uno de los 9.065 días que faltan para llegar allá, uno a la vez, y con los ojos en Cristo.

Quisiera tener cada día menos porque he dado más.

Que mis oraciones sean respondidas y pueda ver un avivamiento en mi vida, un avivamiento en mi iglesia.

Sé que en mis fuerzas nada de esto será posible y no supongo que lo sea, porque no dependo de ellas, sino de las de Aquél que espero esté a mi lado ese día.

¿Y tú? ¿Has pensado en esto? ¿Cómo quieres ser cuando tengas 50?


Por Clara Nathalie Sánchez Díaz

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