¿Cómo vencer el desánimo?

“¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡Mi Salvador y mi Dios! Ahora estoy profundamente desalentado, pero me acordaré de ti… Pero cada día el Señor derrama su amor inagotable sobre mí, y todas las noches entono sus cánticos y oro a Dios, quien me da vida", Salmo 42:5-6a, 8 (NTV).

¿Los cristianos pueden desanimarse? El estado de desánimo es el antónimo al buen ánimo. El ser humano está compuesto por emociones y sentimientos, como la alegría, pero también de incertidumbres y tristeza; el decir que el desánimo es imposible en los hijos de Dios es lo mismo que decir que no vivimos y que no estamos expuestos a las circunstancias de esta vida.

Si bien es cierto que el desánimo es un estado del hombre natural el cual puede ser momentáneo o permanecer a nuestro lado por largo tiempo hasta convertirse en depresión, el mismo puede ser influenciado por un sinnúmero de factores, pero en general se refleja cuando algo que no queremos nos sucede o cuando no estamos satisfechas con lo que viene a nuestras vidas.

Aunque el desánimo en sí mismo no es pecado, muchas veces se hace acompañar de amargura, enojo, ira, falta de contentamiento y, en ocasiones, mostramos desacuerdo con lo que Dios nos está permitiendo atravesar dejándonos gobernar por la melancolía. Si puedes identificar en cuáles situaciones claves el desánimo reacciona, podrás evaluar el estado de tu corazón.

Tampoco podemos ignorar las maquinaciones de Satanás quien, en los momentos de desaliento, trae a la mente pensamientos y argumentos que tenemos la potestad de apoyarlos y consentirlos, o contrarrestarlos con la Palabra de Dios. La tarea del maligno es siempre influenciarnos a pensar que el Dios a quien servimos no procura nuestro bien, que es insensible a nuestras pruebas y nos hace sentir culpables y condenados.

Viendo el ejemplo de mi madre, ella nos cuenta que tuvo que visitar Psiquiatras pues atravesó por un estado de depresión al perder su último embarazo. Pero un día, tras tener un encuentro con Dios, dijo que no volvía a tomar medicamentos ya que su especialista se jactaba de la cantidad de cristianos que iban a su consultorio, lo que lo llevó a negar a Dios. En este último año, ella perdió a su esposo repentinamente (mi padre) y es asombroso ver cómo Dios le ha fortalecido y dado contentamiento aun en el dolor, siguiendo firme en Sus caminos y animando a otros a servir al Dios que ella sirve.

De sus tres hijas (siendo yo la primera, ya casada) próximamente llevará al altar a su segunda hija, viéndose casi con el nido vacío. ¡Si ves su radiante alegría no pensarás que ha atravesado por esto! Por esta razón le pedí que me acompañara a redactar los siguientes consejos para que el desánimo no nos venza.

Consuélate en la oración. Dedica tiempo a solas para hablar con Dios, expresa tus inquietudes y temores. Jesús, estando en el Getsemaní a pocas horas de ser entregado, fue varias veces en oración a Su Padre para presentar su causa, aun sabiendo que Su Padre tenía conocimiento. (Mateo 26:36-44). ¡No te canses de venir a Él en oración, Él se place en escucharte!

Pide a tus hermanos que te sostengan en oración. Infunde ánimo y descanso cuando sabemos que otras personas se unen en un mismo sentir a presentar nuestra causa ante el mismo Padre. De igual manera, cuando ese pueblo se interesa por el prójimo y al ser (o no) contestadas las peticiones, abundan las acciones de gracias a Él (2 Corintios 9:12). ¡Esto trae gloria a Su nombre!

Estudia y memoriza las Escrituras. La falta de conocimiento de Su Palabra nos hace pecar, nos hace sucumbir ante las tentaciones de maldecir a Dios. Alimenta tus pensamientos con el estudio de Su Palabra. Cuando los pensamientos de culpabilidad y de malas acciones atentan contra tu vida y la de los demás, lleva tus pensamientos cautivos a Cristo (Salmos 119:11; 2 Corintios 10:5).

No dejes de congregarte. El Señor ha dejado establecido un lugar para congregarnos para que, junto a nuestros hermanos, estemos en comunión sirviéndole. Allí no estarás sola, encontrarás ánimo y enseñanza de Su Palabra que fortalecerá tu vida. No te aísles, el aislarte de tu familia y hermanos en la fe es permitir que Satanás gane ventaja de tu estado (Hebreos 10:25; Salmos 133) ¡Necesitamos los unos de los otros!

Recuerda Sus beneficios para contigo. Cuenta Sus maravillas, no olvides ninguno de Sus beneficios. A veces nos enfocamos tanto en el dolor que olvidamos recordar lo que Él ha hecho en nosotras. Sus maravillas y, Su mayor milagro, la salvación (Salmos 103). ¡Despierta tu alma para bendecir!

Canta alabanzas. Canta de Sus verdades aún entre lágrimas, motiva a tu alma a dar gracias a Su hacedor. El cantar te ayudará a depositar tus ansiedades ante Él y a concentrarte en Su nombre (Salmos 100; 42:8).

Por Rosanna Ramírez de Rosario

 

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