¿Cómo vencer la resistencia?

Según el escritor Steven Pressfield, la "Resistencia Interna" tiene cuatro características y propiedades.

Dentro de sus características se encuentran que la misma no se puede:

  • Ver
  • Oler
  • Tocar
  • Escuchar

Sin embargo, se puede sentir como un campo magnético que te atrae e impide hacer lo que debes. Es una fuerza negativa que nos sujeta y neutraliza logrando que rindamos nuestra voluntad de luchar.

Dentro de las propiedades encontramos que es una fuerza:

  • Invisible: Es como el viento, no lo vemos pero lo sentimos.
  • Interna: Existe en nuestra mente. Es una idea que nos formamos.
  • Insidiosa: Se opone a todo lo bueno y resiste nuestro potencial de obedecer a Dios.
  • Infalible: Su método no cambia; nos enfocará en lo que menos conviene.

¿No se te parece todo esto a la descripción de Satán y su manera de obrar? Pues, tal como al ejército enemigo, para vencer la Resistencia primeramente debemos conocer sus estrategias a fin de poderle aplicar las medidas contrarias.

Las estrategias de la Resistencia son tres: Temor, incertidumbre y duda.

EL TEMOR nos lleva a la procrastinación.

Medida: Empieza. Arranca, ¡adelante!

No pospongas más. Estaremos dudando HASTA que demos el primer paso y comencemos. Si Dios te ha llamado y confirmado la visión, los recursos aparecerán en el camino. Dios se hará de Provisión (Génesis 22:7-8). ¡Él es Jehová-Jireh!

LA INCERTIDUMBRE nos distrae y hace cuestionarnos a mitad del camino.

Medida: Enfócate, sigue, ¡prosigue a la meta!

La incertidumbre es la antesala de la certidumbre, así que no te detengas. Pablo proseguía a la meta, y tú, tal como Jesús, por el gozo puesto delante soporta las aflicciones (Hebreos 12:2-3).

LA DUDA nos lleva a rendirnos, a dejarlo todo.

Medida: No tires la toalla ni cuelgues las zapatillas para correr. ¡Termina!

La Resistencia es parte de la vida y es esencial para nuestra transformación (2 Corintios 10:4-6). Pero los vientos contrarios fortalecen nuestras alas para que luego podamos remontarnos a nuevas alturas.

Lo más importante del proceso no es lo que estás haciendo, sino en quién te estás convirtiendo para la Gloria de Dios.

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