Da gracias

“Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.” – Salmo 107:1

¿Has visto alguna vez la película Buscando a Nemo? Si tienes hijos pequeños o nietos, probablemente la hayas visto. En la película aparece el personaje de Dory, un pez al que le falla la memoria, ilustrando de forma cómica el “síndrome de memoria de pez”, conocido técnicamente como “amnesia anterógrada”. Esta es una afección real que alude a la incapacidad de almacenar recuerdos y retener hechos recientes en la memoria.

Y, si bien este es un trastorno grave relacionado con lesiones cerebrales de índoles diversas, los seres humanos tenemos cierta tendencia a padecer también un poco de “síndrome de memoria de pez”…

…olvidamos rápidamente lo que Dios ha hecho por nosotras.

Este Salmo 117 es un remedio a esa memoria de pez, porque se dedica a recordar algunas cosas que Dios había hecho por Su pueblo:

Los redimió del poder del enemigo (v. 2)

Los libró de sus aflicciones (v. 6)

Los dirigió por camino derecho (v. 7)

Sacia al alma menesterosa y llena de bien el alma hambrienta (v. 9)

Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte (v. 14)

Rompió sus prisiones (v. 14)

Los sanó y los libró de su ruina (v. 20)

Vuelve el desierto en estanques de aguas, y la tierra seca en manantiales (v. 35)

Levanta de la miseria al pobre (v. 41)

Por todas estas cosas, y por muchas más, el pueblo podía alabar a Dios y darle gracias por Su ayuda y Su misericordia.

En la Escritura tenemos un montón de pasajes que instan al pueblo de Israel a recordar lo que Dios había hecho por ellos y muchos otros también que les reprochan, precisamente, que no lo hagan.

Es que eso de la memoria de pez no es algo nuevo, ha estado presente a lo largo de toda la humanidad.

Ser agradecidas es una elección. 

Pablo nos dice en Filipenses que el contentamiento, la facultad de dar gracias a Dios por lo que tenemos en lugar de buscar lo que nos falta, es algo que debemos aprender:

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” - Filipenses 4:11-13

¿Cuál va a ser hoy tu elección? ¿Vas a recordar todo lo que Dios ha hecho en tu vida y darle gracias? ¿O vas a decidir quejarte y mirar lo que no tienes en lugar de ver aquellas cosas con las que Dios te ha bendecido?

Desafío: Hagamos un ejercicio de memoria. Toma un tiempo, agarra un lápiz y un papel y comienza a anotar algunas de las cosas –grandes y pequeñas– que Dios ha hecho en tu vida. La lista puede ser tan larga o tan breve como desees. Después de que hagas tu lista, toma un tiempo para orar y dar gracias a Dios por cada una de estas cosas.

Por Edurne Mencía

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