De la desolación a la esperanza

"Ya no me llamen Noemí—repuso ella—. Llámenme Mara,porque el Todopoderoso ha colmado mi vida de amargura. »Me fui con las manos llenas, pero el Señor me ha hecho volver sin nada. ¿Por qué me llaman Noemí si me ha afligido elSeñor, si me ha hecho desdichada el Todopoderoso?»" – Rut 1:20-21

Tenía 18 años cuando mi tío murió en un accidente de aviación. Él fue un piloto avezado y muy profesional pero las condiciones del tiempo le jugaron en su contra. Fue devastador y desolador para toda nuestra familia. Mi tía de 35 años quedó viuda, sola y con tres hijos.

Esta es la experiencia más triste que he enfrentado, sin embargo no se compara al desamparo y soledad que experimentó mi tía.

Mirar hacia atrás es también mirar en la historia bíblica de Noemí y Ruth, ante una desolación y tristeza enorme.

Quizás Elimelec –el esposo de Rut– pensó que lo estaba haciendo bien. Tratando de solucionar el problema económico que enfrentaban decidió partir a Moab, una tierra hostil y pagana, pero al fin y al cabo una tierra de oportunidades. Allí, sus dos hijos conocieron a dos mujeres moabitas y se casaron con ellas haciendo una alianza que no estaba de acuerdo a las ordenanzas de Dios.

Podemos extraer muchas lecciones de esta primera lectura, sin embargo, cuando llego a estos versículos, me confirman claramente que Noemí sabía muy bien que la decisión que tomaron no les trajo bendición al final, su esposo murió y luego sus dos hijos también.

¿Te has sentido sola? ¿Has experimentado este sentimiento de abandono? Imagínate cómo tuvo que enfrentar Noemí estas pérdidas tan lamentables. Recuerdo cuán desesperanzada quedó mi tía, con un futuro incierto, ya que aunque mi tío era miembro de las fuerzas armadas no murió en un acto de servicio, sino más bien en un acto privado y fuera de su hora de trabajo, lo que significaba que no tendría derecho a una pensión de viudez.

Noemí se quedó sola, sin sus mayores tesoros, en completo abandono y soledad, sin recursos, sin nada, aun sin descendencia. Estos sentimientos tan profundos la llevan a un quebranto, es una realidad, pero en esta realidad Dios está con ella, no está sola.

Sin embargo ella sabe que esto que está experimentando es un trato del Señor, porque efectivamente son tratos de Dios bajo las circunstancias que vivimos producto de nuestras decisiones. Pero aún allí el Señor es misericordioso, pues a pesar de nuestros desaciertos Él no nos abandona.

Dios permite el quebranto para nuestra dependencia absoluta y total de Él, nos da la oportunidad de enmendar nuestra vida, nuestro futuro, nos da esperanza y cuidado y no te deja tirada allí, en la incertidumbre, en la soledad o pérdida. 

Dios es fiel en toda circunstancia. Mi tía recibió una pensión de gracia otorgada por el Estado, fue un milagro, donde no había esperanza ¡Dios trajo la respuesta! ¿Te das cuenta? Dios nunca te dejará sola, nunca te abandonará… La gracia de Dios abunda en la tormenta más oscura y desolada y su plan se cumple.  

Si estás experimentando un tiempo así, recuerda que nuestro Palabra nos anima a confiar en Él, en sus  promesas, en su persona. No estás sola. No estás abandonada. Tu vida y la mía están escondidas en Cristo Jesús.

Por Elba Castañeda

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