Dejar el Cielo

“Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.”  - Juan 6:38

Se podría pensar que si Jesús lo tenía todo, ¿por qué descendió y se hizo como nosotros? ¡Dejó Su trono sin importar nada! Como dice Su Palabra, “no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse” (Filipenses 2:6-7). Solo puedo pensar que lo hizo por amor a todos y porque era necesario.

El ejemplo que Jesús nos deja es algo tan sorprendente que hace darnos cuenta que de otra manera no hubiera existido ese acercamiento entre la humanidad y el Padre. Porque Jesús vino a ser ese puente para poder tener acceso de nuevo al Padre.

Sufrió de todo, se hizo pobre pudiendo nacer en una cuna de oro pero prefirió hacerlo a través de un pesebre. Eso nos habla de la humildad de nuestro Salvador que vino a hacer las cosas como el Padre le había enviado a hacerlas. Además, se tenían que cumplir las profecías que se habían escrito años atrás de cómo iba a venir el Salvador, el Mesías.

Por otro lado resalta mucho la palabra que Jesús vino “…no para hacer su voluntad, sino la voluntad del que lo envió”.

Si Jesús pudo hacer la voluntad del Padre, hoy también tú y yo podemos hacerla. Solo basta vaciarnos de nosotras mismas, rendirnos a Sus pies, vivir en comunión e intimidad con Él. Y en todo tiempo depender de su precioso Espíritu Santo, que fue dejado para ser nuestro consolador, nuestra ayuda. También para exhortarnos cuando nos equivoquemos. Él siempre nos guiará en verdad y justicia.   

Hoy Dios nos invita a seguir mirando a Jesús como dice en Hebreos 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”.

Apreciar ese hermoso regalo que nos dio, valorarlo, ser agradecidas y cada día amarlo más. Siento como si dijera: “Deja de hacer las cosas como quieres, deja de hacer las cosas como piensas que es mejor y pon tu oído atento a lo que quiero que hagas”; con esto cumplimos la tarea encomendada siguiendo el ejemplo de Jesús. Que cada día nuestra meta sea tener más de Jesús en nuestras vidas y menos de nosotras mismas.

Desafío: ¿En qué área de tu vida necesitas comenzar a obedecer a Dios? Escríbelo en un papel, ponlo en una caja y envuélvelo para Navidad. Haz que este sea tu regalo para Dios. Dale el regalo de caminar en obediencia en este área.

Por Rachel Franyutti

 

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