Desafío a dar gracias (Día 15)

Escribo este artículo en la quietud de mi casa. Pero hasta hace unos instantes no había tal quietud. Es viernes y como cada viernes en la mañana mi sala familiar se convierte en el espacio donde un precioso grupo de hermanas y amigas en Cristo nos reunimos. Hay risas, conversaciones, bullicio, cantos, vasos con café y, sobre todo, comunión con Dios y entre nosotras. 

No creas que todos los viernes me levanto con ánimo de tener la casa presentable para visitas. A veces estoy cansada y preferiría ignorar el desorden que pueda haber o las motas de polvo que luchan por amontonarse a pesar de los esfuerzos de mi plumero. 

Sin embargo, cuando termina la reunión, ¡qué cambiado está mi corazón! Orar junto con estas mujeres cada viernes, compartir juntas nuestras luchas, llorar por el dolor de las demás o sus alegrías, abrazarles cuando están tristes, animarles como solo lo puede hacer la Palabra de Dios… ¡eso no tiene precio! Y cómo nos cambia de adentro hacia fuera. 

Es que ese es el diseño de Dios, que vivamos en comunidad. La vida cristiana no está hecha para llaneros solitarios. Somos como tizones de un mismo fuego, juntas nos mantenemos ardiendo, separadas nos apagamos. Cuando una se siente débil, otra la levanta. Cuando alguien necesita apoyo, se lo damos. Si hay que exhortar, exhortamos. Y si alguien falta, ¡cómo le extrañamos! 

Hoy quiero dar gracias a Dios por la hermandad en Cristo. No tengo hermanos de sangre, pero cuánto me ha bendecido Dios con mi familia espiritual. ¿Y a ti? Seguro que sí. Por eso hoy te invito a agradecerle por eso. Y de paso animarte a que si tienes la oportunidad, te sumes a un grupo así o formes uno tú misma. ¡Verás cuántas cosas lindas Dios les permitirá vivir y conocer! 

Y quiero agradecer a Dios por cada una de ustedes. El hecho de que me permiten llegar a ustedes por medio de este blog y aprender juntas a vivir como Dios lo diseñó es una bendición grande para mí. ¡Gracias, Padre! 

Desafío para hoy: Anota los nombres de hermanos en la fe que Dios ha usado para suplir tu necesidad de familia, para bendecirte, para mostrarte su amor. 

Pasaje para memorizar: “En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes”, 1 Pedro 3:8.

Loading controls...