Desafío a dar gracias (Día 26)

Quizá no todo el mundo tenga talento musical, pero es muy difícil encontrar a una persona que no le guste la música, ¿verdad? Cada quien tiene su género favorito. Unos prefieren música tradicional, otros más moderna. Algunos la prefieren instrumental, otros no. Y pudiéramos añadir otros elementos a esta lista, pero el punto está claro: la música es vital en todas las culturas, regiones, edades. 

Y la música es también vital en el pueblo de Dios. Es una expresión de nuestra adoración. La Biblia en cierto modo es un libro musical. Los salmos eran canciones, ¡de modo que el libro más largo de nuestras Biblias es un cancionero! 

Dios es el autor de la música, él nos la regaló y nosotros con nuestros cantos le “devolvemos” a él el regalo. Muchas cosas preciosas suceden cuando alabamos a Dios porque su Palabra nos enseña que él habita en la alabanza de su pueblo. Y donde Dios está presente suceden maravillas.

Por eso, cuando un pueblo se une para adorar, los muros se derrumban, los corazones se rinden y las vidas se transforman. Y no es que estas cosas no puedan suceder si no estamos cantando, pero es que cuando adoramos a Dios, las tinieblas huyen porque sencillamente no pueden resistir la exaltación a Cristo. 

Me resulta difícil entender cómo es posible que a un cristiano no le guste cantarle a Dios. Si el problema es que no eres afinada, déjame decirte algo: eso a Dios no le interesa. Lo que sí le interesa es tu alabanza, porque tú y yo fuimos creadas para alabanza de su gloria. En el propósito original de Dios está que nuestras voces le den alabanza. 

El cielo está lleno de alabanza, lo puedes leer en Apocalipsis. De modo que lo que ahora hacemos aquí en la tierra es solo un gran ensayo para el día en que seamos parte del conjunto de adoración más grande que haya existido jamás, ¡el coro de los redimidos que, a una sola voz y en un mismo idioma, darán gloria y alabanza al que vive por los siglos de los siglos! 

A lo largo de mi vida cristiana varias canciones han marcado hitos, se han convertido en instrumentos de Dios para recordarme una verdad, para traer consuelo, para hacerme gritar y danzar ante el Dios que me dio la vida y la salvación. No puedo dejar de alabarle... ¡y espero que tú tampoco! 

Desafío para hoy: Anota al menos tres canciones que han tenido un significado especial en tu caminar con Dios. Y si te es posible canta hoy a todo pulmón, adora a Dios de todo corazón y deja que tu alabanza sea una acción de gracias. 

Pasaje para memorizar: “Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón, y contar todas tus maravillas. Quiero alegrarme y regocijarme en ti, y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo”, Salmos 9:1-2, NTV. 

Canta agradecida.

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