Desafío a dar gracias (Día 3)

Abraham y Sara no esperaban la sorpresa de un hijo cuando ya sus vidas estaban en el ocaso. 

Para Moisés fue una gran sorpresa el encuentro con Dios en medio del desierto, la cual lo llevó a convertirse en el gran caudillo de Israel. 

Rut salió viuda de su país, acompañando a su suegra ya anciana, pero sin saber qué le esperaba en aquella tierra extranjera. ¡Qué gran sorpresa le tenía preparada Dios al darle un nuevo esposo, descendencia, seguridad económica y ser la bisabuela del rey David! 

Ester era huérfana y judía. Con esos dos calificativos las probabilidades de vivir entre la realeza eran nulas. Sin embargo, Dios la sorprendió con el título de reina, casada con el hombre más poderoso de su tiempo. 

¿Y María? Todas las mujeres israelitas anhelaban casarse y formar una familia. Ella estaba a punto de tener la suya cuando Dios la sorprendió con un anunció que cambiaría para siempre la historia. Y también su vida. 

¿Cuál no sería la sorpresa de Saulo cuando Jesús interrumpió sus planes y le transformó de perseguidor de cristianos, a perseguido por ser cristiano? 

Podría seguir citando ejemplos, pero creo que ya captaste la idea. Dios muchas veces nos sorprende. Y esas sorpresas, casi siempre, cambian nuestra vida. ¿Qué tienen en común todos los casos anteriores? Aceptaron las sorpresas de Dios. 

Ahora nos parece todo muy sencillo o fácil, pero si nos ponemos en el lugar de los protagonistas, no lo fue. 

Abraham y Sara tuvieron que esperar para ver la promesa cumplida. Moisés tendría que regresar a Egipto, de donde huyó por asesinato, y enfrentar al faraón. Cuando Ester llegó al palacio nunca imaginó que un día su futuro y el de su pueblo le llevarían a tomar una decisión de vida o muerte. La sorpresa de María le dejaba en una posición cuestionable frente a su prometido, José, y ante la familia y la sociedad. En cuanto a Saulo, ahora tendría que soportar las críticas y ataques de sus antiguos aliados, y las dudas y cuestionamientos de los cristianos a los que ahora se unía. 

¿Y tú y yo? Dios también tiene para nosotras una dosis de sorpresas. Son diferentes en cada caso. Algunas son más fáciles de aceptar que otras. Al principio pudieran parecer desconcertantes, pero si confiamos y abrimos nuestras manos para recibirlas, como hicieron todos estos hombres y mujeres, seremos partícipes de grandes cosas. Porque la vida con Dios es una aventura de fe y no hay buenas aventuras sin sorpresas. 

La realidad es que en el plano humano les llamamos sorpresas; en el divino, son parte de un plan perfecto que tiene dos propósitos, glorificar a Dios y que sirvan para nuestro bienLas sorpresas de Dios siempre son para bendición de los que le aman, no importa lo que contengan, y debemos agradecerlas. 

Te exhorto a que a partir de ahora podamos mirarlas con una perspectiva diferente, como parte de la vida que Dios diseñó. 

Desafío para hoy: Piensa un poco en tu vida, haz una retrospectiva y considera las sorpresas que Dios ha traído. Luego anota algunas por las que quieres dar gracias hoy. 

Pasaje para memorizar: “Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el SEÑOR—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza”, Jeremías 29:11

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