Despreciando a otros

“Sr. Palau:

Tengo el problema y la debilidad de hablar despreciando a otros y de hacerlo en forma destructiva. ¿Cómo controlo esta debilidad?”

Respuesta:

En primer lugar, mi estimado caballero, me alegro mucho de que usted sienta por lo menos una carga de conciencia por eso que llama debilidad. Pero es más que una debilidad. Es una corrupción de la raza humana que hasta ha traído guerras por causa de ese problema. Ojalá otros fueran tan sinceros como usted, pero desafortunadamente la mayoría de los seres humanos practicamos esa maldita costumbre de despreciar a otros.

Dice el sabio Salomón en Proverbios capítulo 18: "Los habladores sufrirán la consecuencia. Hay quienes han muerto por decir lo que no debían". Así que usted y yo podemos usar la lengua para bien o para mal, para dar vida o hasta para crear muerte.

Pero vamos al fondo de la situación. No se trata tanto del hablar con desprecio de los demás. Lo que necesitamos es un control íntimo. En primer lugar, no despreciar a los demás en el corazón y, luego, si no los despreciamos, por supuesto que no hablaremos de ellos en esa forma.

O sea que usted y yo tenemos que analizar nuestro corazón y nuestra alma y preguntarnos ¿por qué desprecio a los demás? Por lo general, es por arrogancia, por orgullo, porque nos creemos superiores -o quizás quisiéramos ser superiores- y con una mala actitud tratamos mal a los demás.

Nuestro Señor Jesucristo, según 1 Juan capítulo 4, dijo: "Amaos los unos a los otros. El que no ama no conoce a Dios". ¿Qué quiso decir? Que el amor es fundamental para las relaciones humanas. Usted y yo no tenemos poder para amar a los demás por nuestros propios medios. Pero si Cristo entra al corazón, nos da amor hacia los demás porque Él es amor.

Para controlar nuestra lengua y no hablar con desprecio de los demás, debemos tener a Cristo en el corazón. Luego, cuando Él controla las actitudes de nuestra alma, aún cuando otros hablen mal de algún individuo, podremos controlar nuestra mirada, nuestra sonrisa, nuestro apoyo o desaprobación de lo que esa persona diga.

Mi estimado caballero, usted tiene que recibir a Cristo en su corazón hoy y empezar a llenar su mente y su vida con el poder de Cristo.

Loading controls...