Dicen que una golondrina no hace verano

"Una golondrina no hace verano".

No sé si estás familiarizada con este refrán; yo nunca lo había escuchado hasta que llegué a Venezuela. Quiere decir que, ante las tareas grandes, una sola persona no puede hacer nada. Y se utiliza mucho cuando alguien quiere hacer algo grande o difícil pero nadie lo acompaña. Yo también lo he utilizado con frecuencia al enfrentarme a alguna tarea complicada o al querer cumplir un sueño. Pero he llegado a la conclusión de que no es cierto... o no en su totalidad.

Una golondrina puede hacer verano. Una persona puede hacer grandes cosas.

Todo depende de tu perspectiva y de lo que consideres “grande”. Grande, para mí, significa transformar el mundo. Hacer un impacto. Ser una mujer que hace lo que tiene que hacer, con lo que tiene, para vivir tal y como Dios planeó y ser un impulso para que otros a mi alrededor hagan lo mismo.

Llevo días pensando en este blog, en por qué comenzó y hacia dónde se dirige. O, más bien, viendo hacia donde Dios lo está llevando. Soy consciente de que, por mis propias fuerzas, jamás hubiera llegado a tener la difusión que el Señor le ha dado a este espacio. Este blog nació para dar a mujeres alrededor del mundo herramientas para su crecimiento espiritual. Mi objetivo principal siempre ha sido equipar a otras mujeres para que puedan desarrollar a plenitud todas sus capacidades y dones otorgados por Dios en su vida.

No creas que es algo complicado, simplemente me dedico a compartir contigo mis luchas, mis fallos, mis anhelos, la forma en la que Dios trata conmigo, los pasajes de la Escritura que me hablan de forma especial y en los que me sumerjo con avidez. Lo único que hago es traducir todos esos momentos en palabras...

Esta golondrina está haciendo verano.

Pero no quiero que esto se convierta en un artículo sobre mí, hoy quiero desafiarte a ti a hacer verano también. Quiero desafiarte a que utilices aquello que tienes, sea mucho o poco, para que puedas hacer verano en el lugar en el que estás...

En tu hogar, tratando de que tus hijos memoricen un versículo.

En tu clase de escuela dominical, buscando estrategias para que tus niños aprendan.

En tu iglesia, saludando con amor a esa pareja que acaba de asistir al servicio por primera vez.

En tu grupo de mujeres, ministrando a otras al abrir la Biblia.

En Facebook, compartiendo algo que haya sido de bendición para ti.

En la soledad de tu cuarto, elevando a otros en oración.

En algún lugar remoto, rindiéndote a la voluntad de tu Señor mientras sirves como misionera.

En tu trabajo, compartiendo el Evangelio con esa compañera con la que te reúnes a almorzar.

En tu clase, siendo de ejemplo a otros con tu honradez y tu dedicación.

En un blog o una página, compartiendo lo que Dios te habla a ti y cómo trata con tu vida.

En la cama de un hospital, dando aliento a aquellos que pasan por tu lado.

En el gimnasio, explicando por qué tu ropa no es tan ceñida ni tan corta como la de las demás.

Con tu teléfono celular, enviando un mensaje de ánimo o un versículo a otra persona.

Mi amada golondrina, hay muchos lugares en los que puedes hacer una obra grande. Y, por grande, quiero decir “hacer un impacto eterno para la gloria de Dios”. Y eso es algo que puedes hacer en tu vida diaria ¿no crees? No te hace falta tener una licenciatura en teología, ni una maestría en educación, ni dejarlo todo para servir en una selva al otro lado del mundo (¡Amén si es eso a lo que el Señor te está llamando!). Lo único que te hace falta es querer...

Querer ser radical.

Querer hacer un impacto.

Querer voltear el mundo, tu mundo, de arriba a abajo.

Querer vivir para Cristo.

¿Te imaginas qué diferentes serían las cosas si cada una de nosotras tomáramos la decisión de transformar nuestro entorno? ¿De volver a lo básico? ¿De amar a Dios con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente y nuestras fuerzas, y mostrar ese amor con nuestra vida? ¿Qué pasaría si cada una de nosotras tomara un tiempo cada día para VIVIR a Jesús? ¿Qué pasaría si, de una vez por todas nos dejáramos de excusas y viviéramos la vida tal y como Dios demanda de nosotras? Imagina, por un momento, qué pasaría, cómo sería el mundo...

Imagina a cada golondrina haciendo verano ahí mismo, en el lugar en el que está.

¿Qué vas a hacer tú? Sí, tú. Ya tienes las herramientas para hacer verano. ¿Cómo vas a utilizarlas? ¿Cómo vas a transformar tu mundo para Cristo?

Loading controls...