Dios es bueno ¡TODO EL TIEMPO!

“Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido,…, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de Su gloria os gocéis con gran alegría”, 1 Pedro 4:12-13

El Señor me dio el privilegio de compartir mi vida con un esposo maravilloso quien, durante 20 años, me demostró el gran amor que sentía por mí y por nuestra familia. ¡Qué privilegiada del Señor me sentía!

Pero el 27 de enero del 2009, ese hermoso cuadro familiar cambió drásticamente cuando mi esposo fue diagnosticado con cáncer terminal. Como cristiana me aferré a Dios y en oración suplicaba por su sanidad sabiendo que solo un milagro podía curarlo. Batallamos por dos años hasta que finalmente el Señor lo llamó a Su presencia a pesar de mi fe y de mis ruegos. Y es justo ahí cuando me preguntaba, ¿Por qué Señor… POR QUÉ?

En 2da de Reyes 13:14 dice así: “Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad que lo llevaría a la muerte…” Sí, Eliseo, el gran profeta de Dios, el siervo del Altísimo también cayó enfermó. Me imagino que de igual manera él también oró al Padre por su sanidad, sin embargo Dios no le concedió su deseo. ¿Por qué? Sencillamente porque en el plan perfecto de Dios, Eliseo había cumplido la tarea que Dios le había encomendado aquí en la tierra y ya era el tiempo de que Su siervo “se gozara con gran alegría” en Su presencia.

Es irracional perder la fe cuando no se produce la sanidad física. Dios es bueno aun cuando las cosas no obran aparentemente a nuestro favor. Hay beneficios mayores que Jesús hizo con su muerte en la cruz del calvario y uno de ellos es llevarnos con Él a descansar y gozarnos eternamente en Su presencia. Esa es la verdadera bendición, salud y vida eterna.

Regocijémonos, porque un día nos volveremos a encontrar para no separarnos jamás con aquellos que en Cristo partieron primero.

Oración: Padre, ayúdame cada día a aceptar tus propósitos en mi vida y a confiar plenamente en ti. Ayúdanos a entender que tú sigues siendo bueno aun cuando tus designios sean contrarios a nuestros deseos. En Cristo Jesús, amén.

Por Jeanette Lithgow

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