Dios está cerca 

“Por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia…” – Romanos 5:2

Él se acercó muy despacito, bajando las escaleras y medio dormido todavía, haciendo esfuerzo por no resbalar.

“Mami” – me susurró.

En medio de la confusión y su cansancio, le resultaba difícil pronunciar mi nombre, es ahí donde nuestro oído está entrenado para escuchar y diferenciar las voces de nuestros hijos, como nadie más.

Él no tenía palabras suficientes para su necesidad, pero no las necesitaría. En ese momento, más que nunca, él sólo necesitaba saber que tenía un lugar seguro a donde ir. Necesitaba la confirmación de que sin condicionamientos, culpa o necesidad de desempeñarse bien, él sabía que podía venir y encontrar descanso.

A pesar de que ya no tengo bebés en ésta casa, he aprendido que aquellos que me sobrepasan en estatura también necesitan saber que estoy cerca; que ellos pueden estar a punto de bajar las escaleras y a punto de resbalar durante el día o la noche y que estaré allí con los brazos abiertos dispuesta a recibirlos.

Esa sería la definición del corazón de una madre, ¿verdad?

Él me llamó y corrí a su lado.

Y antes de que pronunciáramos una palabra, el cayó en mis brazos y suspiró encontrando mucha tranquilidad, porque sabía que lo estaba sosteniendo…

Hija de Dios, ¿has olvidado que tienes acceso a nuestro Padre celestial de una manera mayor?

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.” – Romanos 5:1-2.

Hemos sido justificados por Fe.

La palabra “justificados” en griego significa: de una vez por todas. Esto quiere decir que como hijas del Supremo, podemos ir a Sus brazos en cualquier situación, del día o de la noche, sin condiciones, sin culpabilidades, o sin necesidad de un buen desempeño, sabiendo que Cristo nos declaró sin culpa y murió por nosotras en la cruz.

De “una vez y para siempre” …

Oh mi amiga, permite que la magnitud de Su gracia se aferre a tu corazón profundamente.

Tenemos Paz con Dios.

¿Has estado atemorizada durante tu vida, preguntándote quizás cuando Dios levantará su ira contra ti si te resbalaras?

Así que quiero que leas esto hoy:

“La gran verdad del evangelio no es que al recibir a Cristo como nuestro Salvador fuimos cambiadas del todo, pero sí, en ese momento, fuimos perdonadas, y ahora tenemos paz con Dios, esa paz que no puede ser robada.” – Daniel Wallace.

Tenemos acceso a Su Gracia.

Y esta gracia no proviene de un lugar lejano o de un Dios inalcanzable.

No es vacilante o estropeada por la imperfección humana. Oh, no.

Por Jesús, ésta gracia viene de un Dios asequible, un Padre compasivo el cual tiene Su corazón en sintonía a nuestros más profundos susurros. Y al llamarle, Él nos espera con los brazos abiertos.

Este es un regalo que no se desvanece, crea un puente entre lo que una vez nos separó y el lugar en el que podemos vivir confiada y constantemente.

Amada hermana, podemos estar dichosas y descansar en Su esperanza.

“Dios está cerca de todo aquel que le invoca: a aquel que le invoca de veras” ­– Salmo 145:18

¿Has estado confundida y cansada, tropezando durante tu vida y temerosa de ir a tu Padre en oración?

Hoy, así no encuentres las palabras, busca reposo de éste mundo agotador en los brazos de tu Padre. Él está esperando, escuchando y deseoso de darte Su gracia y paz para tu vida. Y antes de que alguien pronuncie otra palabra, cae en sus brazos y respira con tranquilidad, porque Él te está sosteniendo.

Esa es la definición del corazón del Padre…

¿Estás haciendo uso del total acceso que tienes a Dios por ser Su hija? Porque has sido justificada por fe. Si no lo has hecho, ¿qué te lo impide? 

Por Whitney Daugherty

 

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