Dios lo ve todo

“Entonces yo me volví y observé todas las opresiones que se cometen bajo el sol: Y he aquí, vi las lágrimas de los oprimidos, sin que tuvieran consolador; en mano de sus opresores estaba el poder, sin que tuvieran consolador. Y felicité a los muertos, los que ya murieron, más que a los vivos, los que aún viven. Pero mejor que ambos está el que nunca ha existido, que nunca ha visto las malas obras que se cometen bajo el sol.  Y he visto que todo trabajo y toda obra hábil que se hace, es el resultado de la rivalidad entre el hombre y su prójimo. También esto es vanidad y correr tras el viento. El necio se cruza de manos, y devora su propia carne. Más vale una mano llena de descanso que dos puños llenos de trabajo y correr tras el viento.” – Eclesiastés 4:1-6

No hay nada nuevo bajo del sol, Salomón no solo confirma esta verdad sino que además comparte algunos ejemplos. Vemos cómo en los versículos de hoy hay muchas similitudes entre la época de Salomón y la que vivimos actualmente.

La injusticia está por todas partes.

Vemos mucha opresión e injusticia cada vez que prendemos la televisión, abrimos el diario o las noticias de cualquier lugar en el internet. Vivimos en un mundo oprimido, corrupto e injusto y nos pone tan tristes que desearíamos solamente estar en el cielo…

Y al igual que nosotras, Salomón sintió mucha desesperanza al ver tanta opresión. Él miraba a su alrededor y solo veía injusticia. Gente inocente que estaba siendo maltratada y sin nadie que los consolara, y su corazón se acongojaba cuando los escuchaba llorar. Su respuesta a esta dura realidad fue que era mejor no haber nacido que ver tanta maldad (v. 3).

Pero recordemos que podemos ser valientes y saber que hay un tiempo para todo (3:1). No debemos pensar como Salomón cuando declara que sería mejor no  haber nacido o estar muerto que tener que ver y experimentar tanto dolor, porque sabemos que en su tiempo la justicia vendrá.

La Justicia está garantizada (Hechos 17:30-31)

Así que, aunque quizás nuestras cortes legales nos fallen, o esas personas que pensamos pueden ayudarnos no lo hacen, no debemos perder las esperanzas. Porque la verdad es que la justicia no proviene del sistema judicial sino del Jefe mayor: Jesús.

Y puedes tener la seguridad de que Dios vio la injusticia de la que Salomón habla en Eclesiastés 4:1-3, y así mismo ve la de esta época.

Dios no se hace el ciego al dolor o a la injusticia de este mundo, y mucho menos al de nuestras vidas.

Dios lo ve, Él sabe.

En vez de enojarte, de tratar de arreglártelas por ti misma o ponerte triste o deprimida, confía en Dios. El hará todas las cosas correctas en Su tiempo (3:11).

Por Ángela Perritt

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