Dios, tú y el tiempo (Parte 2)

Con tantas cosas que tenemos por hacer, ¿no quisieras que a veces el día tuviera más de 24 horas? ¡Se pasa el tiempo y no hemos hecho o terminado nada de lo que hemos planeado originalmente!

No podemos ordenar nuestro mundo externo si el interno está fuera de orden. No tengo la fórmula mágica para ayudarte a recuperar el control de tu tiempo. Sólo tengo este consejo: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”, (Santiago 1:5).

Yo tengo una lucha diaria… Al levantarme, al frente de mi mueble favorito, descansan sobre la mesa de café dos objetos: mi Biblia y el control remoto del televisor. Cada día tengo que tomar la decisión correcta y empezar con lo más importante. Las veces que no lo he hecho, te aseguro sin exagerar que mi día no termina de la mejor manera.

De seguro que tú también tendrás la misma lucha aunque puede que con diferentes elementos. Tratemos de poner nuestras prioridades en orden. No confundas lo primordial con lo urgente o sacrifiques calidad por cantidad.

¡Valora cada minuto! ¿Te has puesto a pensar todo lo que puede suceder en un minuto?  Recuerdo cuando empezamos este ministerio y lanzamos a la radio “cápsulas radiales”. Al principio pensé que nuestra hermana Violeta Guerra no podría dar un mensaje tan preciso en tan corto tiempo, pero ¡me equivoqué!... ¡Cuánto contenido pudimos presentar en tan sólo un minuto! Valora tu tiempo en base a un mínimo segmento de tiempo. Podrás ver todo lo que puedes aprovechar o desperdiciar.

Presupuesta tu tiempo. Al igual que el dinero, pide a Dios discernimiento para poder distribuirlo de la mejor manera.  Ponlo a Él en primer lugar y luego tus necesidades familiares, sean esposo o hijos. Saca un tiempo para ti, el cuidado de tu cuerpo y de tu espíritu.

Limita el uso de los medios electrónicos. Estamos viviendo una época en la que creemos que el no tener acceso al internet, sea mediante un celular o computador, es imposible. Haz un ensayo y desconéctate por un tiempo. Te darás cuenta de que al regresar ¡el mundo sigue girando! y descubrirás cosas del “mundo real” que te dejarán con un mayor sentido de satisfacción: Te reconectarás con aquella amiga con la que hace tiempo no hablabas, terminarás de leer aquel libro que dejaste a la mitad, tendrás una conversación valiosa con tu esposo o tus hijos, organizarás aquel cajón o aquel armario…

Detecta tus momentos de más alta productividad. Cada una de nosotras tiene una vida muy diferente. Puede que suene más fácil organizar tu tiempo si no tienes niños pequeños que debes alimentar de madrugada, vestir y llevar a la escuela, para luego, de forma apresurada, irte a tu trabajo. Lo que sí quiero que comprendas es que cualquiera que sea tu situación, sí es posible sacar el máximo provecho de tu tiempo. Solo tú puedes saber cuál es el momento dentro de tu afanada agenda en el que tienes menos interrupciones y puedes desconectarte y planear mejor tus actividades.

¡Sé puntual! Nosotras las hispanas tenemos un problema con esto. En muchos de nuestros países se acostumbra a la idea de “eso no siempre comienza a la misma hora”, o “esto no es hora Americana”.  Mi hermana, la Biblia nos manda a que “nuestro sí sea sí, y que nuestro no sea no”. En la medida de lo posible, llega a tiempo y cumple con tus compromisos en el tiempo acordado, aunque tengas que ir contra-cultura. Recuerda la llamada “regla de oro” y ¡no juegues con el tiempo de los demás!

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