Dios, tú y el tiempo (Parte 3)

Desde que nacemos nuestra vida es marcada por diversas etapas. Momentos de nuestra existencia que Dios ha concedido para que cumplamos un propósito específico o vivamos experiencias muy particulares. El autor del Libro de Eclesiastés lo confirma cuando expresa: “Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo”, (Eclesiastés 3:1).

En esto del manejo del tiempo pensemos también cómo debemos sacar el máximo provecho a las diversas etapas de nuestra vida. Hay un refrán que, aunque suene bastante raro, es muy cierto: “Las oportunidades son calvas y hay que tomarlas por los cabellos”.  Definitivamente hay ocasiones que, por más que quisiéramos, solo se dan una vez en la vida.

Cuando ves tu álbum de fotografías y comparas tu foto de graduación de “Ya Sé Leer”, con aquella de cuando te gradúas de la Escuela Superior…  ¿qué sientes? Luego, ves aquella foto de tu investidura en la universidad, de tu Maestría, ¡de tu matrimonio!

Entonces llegan los niños y ya tu álbum de fotos pasa a ser secundario… porque en el libro de tu vida se agregan más personajes, cambios y situaciones diversas. De repente, pasaron los años y te ves aquí… en este momento. Y como bien sigue diciendo El predicador: “Dios hizo todo hermoso en su momento, y puso en la mente humana el sentido del tiempo, aun cuando el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios realiza de principio a fin”, (Eclesiastés 3:11).

Amada,¿has meditado si estás aprovechando al máximo las oportunidades que Dios tiene hoy para ti?

Si eres madre criando hijos pequeños: ¿Has considerado esa hermosa oportunidad que ahora tienes de formar hijos saludables, dedicarles todo tu tiempo y poner en orden tus prioridades? Si tienes el privilegio de dedicarte cien por ciento a la educación y crianza de tus hijos sin tener que trabajar… eres más que privilegiada.

Si tus hijos ya se han marchado de casa o si no tienes hijos: Es el mejor momento para dedicarte más a tu pareja o a tu propio desarrollo personal. Me atrevería a decir hasta ¡otra carrera profesional! Recuerdo la foto que vi hace unos días de una señora que se graduó de abogado a sus setenta y tantos. Puede que ahora le saques provecho a esas habilidades manuales o pasatiempos favoritos.

Si eres estudiante: ¡Prepárate lo mejor que puedas! No hay dudas que el aprender es la mejor inversión que pueda hacer un ser humano en sí mismo. Dicen que “el saber no ocupa espacio”. Aprovecha tu juventud y da lo mejor de ti. Ahora que eres joven, siembra hoy para tener en unos años una cosecha exitosa.

¡Tú agregas a la lista! Piensa bien en qué etapa de tu vida te encuentras ahora… y te dejo con unos pensamientos finales:

¡No saltes etapas! Vívelas al máximo dentro de tu posibilidad. Llora cuando es propicio, ríe cuando es propicio, siembra cuando es propicio, cosecha cuando es propicio, calla cuando es propicio, habla cuando es propicio. Puedes ver el listado completo en Eclesiastés 3:2-8.

No te quedes a contemplar el pasado.  Que éste sea sólo la “piedra de recordación” que dejes para dar gracias a Dios por lo que ha hecho por ti y considerar hasta donde te ha ayudado. No desperdicies tu tiempo recordando lo que Dios ya ha olvidado ni lamentándote por “el agua pasada”. ¡No desperdicies tus energías en lo que no te trae provecho alguno!

Antes de dar un paso… ¡consulta con Dios! Recuerda algo… Él ve la película completa… nosotros solo vemos una escena a la vez.

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