Distraída de la presencia de Dios

« ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca», Salmo 119:103 (LBLA).

Hace unos meses era niñera y planifiqué un martes una «sabrosa tarde de hornear». Mientras una de las pequeñas niñas y yo cortábamos manzanas a la luz de la tarde, ella empezó a charlar y eventualmente me preguntó: «De las cosas que hemos hecho hoy, ¿cuál ha sido tu favorita?» Y yo comencé a listar nuestras actividades: un proyecto de pintura, hornear… respiré para agregar una cosa más a mi lista, pero ella me detuvo con tal exasperación inocente y típica de niños: « ¡Bueno! Mi parte favorita es sólo estar contigo».

Esta conversación conmovió mi corazón y dio vueltas y vueltas en él. Me llevó a pensar acerca de mi tiempo a solas con Jesús y en Su Palabra, en mi estadía con Él. ¿Cuántas veces he puesto mis asuntos antes que mi tiempo con Él? ¿Y si nosotras, en nuestras respuestas diarias que brotan de nuestras listas y deberes, antes que nada estuviéramos conscientes de Su presencia?; conscientes de que Su presencia es lo más vital, lo más necesario, lo más anhelado por nosotras. Conscientes de que, como dice Jonathan Edwards: «El placer es el rayo; el amor de Dios es el Sol. El placer es la sombra; el amor de Dios es la sustancia. El placer es el riachuelo; el amor de Dios es el océano».

Un día consciente de Su presencia brota de un corazón cautivado por Su amor. Un corazón que ama sólo estar con el Salvador es un corazón radicalmente cambiado por el Evangelio. No hay nada fuera de Jesús que sea digno de mayor atención. Él es la Prioridad, el Autor, el Gozo, el Salvador. ¡Oh, cómo me hablo a mí misma de todo esto!

A los pies de Jesús, María no estaba distraída por sus asuntos, sino por la oportunidad de pasar tiempo con un Dios que ama por todo lo alto.

Jesús le describió a Marta la forma en que su hermana María buscaba de Su presencia:

«Respondiendo el Señor, le dijo: Marta, Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas; pero una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada», Lucas 10:41-42 (LBLA).

¿Cómo podemos estar con nuestro Padre?

- Disfruta Su presencia.
- Lee y lee y lee Su Palabra.
- Sumérgete en ella tanto que quedes empapada.
- Deja que Su verdad penetre tu corazón: Sus palabras son más dulces que la miel y Él fielmente alumbra nuestros caminos.


Por Abigail Martin


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