El dolor más dulce

“Será despreciado y desechado por la humanidad entera. Será el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento. ¡Y nosotros no le daremos la cara! ¡Será menospreciado! ¡No lo apreciaremos!” – Isaías 53:3

Suena algo contradictorio decir que hay algo de dulce en el dolor, pero si miramos desde una perspectiva bíblica, esto tiene sentido. Y no cualquier sentido, sino un significado realmente profundo. Un acto de dolor convertido en amor que tiene el poder de transformar por completo a cualquier hombre y mujer que en verdad crea en ese acto de amor. 

Un antiguo himno dice: 

"Esa sangre que Jesús vertió,

fue la causa de mi Salvación.

Cada gota que emanaba,

una mancha me quitaba

y borraba los pecados de mi corazón"

Jesús nuestro Rey, quién dio todo por nosotras para que gozáramos de tan grande salvación, de tan grande perdón, fue el hombre más sufrido como leemos en este verso, pues siendo inocente se hizo culpable por ti y por mí. 

Pero Él prefirió ese dolor, lo sufrió por una sola razón, tenía que hacerlo porque en esa decisión se ponía en juego la vida o la muerte de millones de generaciones humanas. Simplificándolo: se ponía en juego tu salvación o tu condena de tamaño eterno. Y fue tan grande su compasión que no pensó en sí mismo y el dolor que sentiría al ser traspasado, mientras cargaba la cruz, pensaba en una razón: Tú. 

Celebramos en victoria que somos hijas de Dios por la resurrección de nuestro Salvador, pero para poder disfrutar de esa hermosa victoria por la cual todas resucitaremos algún día en gloria, Jesús tuvo que sufrir.

El dolor de Jesús, su humillación y soledad en el momento de la cruz, fue el más intenso. Jesús estuvo clavado en esa cruz desde las 9 de la mañana hasta las 3 de la tarde, cuando entregó Su espíritu con la tan conocida frase "consumado es" que, para nosotras, quiere decir la tarea está terminada, la batalla está ganada, la deuda está pagada. 

Como hija de Dios puedes sentirte completamente segura y tranquila, sabiendo que todo lo que puedas vivir en esta vida ya está ganado por Jesús, que Él ya ha ganado las batallas por ti y que cuando tengas que enfrentar un momento difícil debe venir a tu mente que ya eres vencedora porque Jesús te da la victoria. Enfréntate a la vida con la actitud de quién tiene el mejor respaldo en este mundo, el respaldo de la sangre de Jesús. 

Sabes, el dolor que enfrentó Jesús es el dolor más dulce para nosotras como sus hijas. Todo lo vivido ese día en el calvario ha tenido propósitos gloriosos para que nosotras podamos ser vencedoras por medio de aquel que nos amó hasta la muerte.

Ese sufrimiento tan grande terminado en una tumba vacía, hoy se convierte en nuestro consuelo, es nuestro motivo de esperanza, es nuestro mayor gozo. 

Jesús murió por ti, ahora vive tú para Él.

Por Andrea Donoso

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