El fruto del perdón: Amor y gozo

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece” – 1 Corintios 13:4

Era una mañana fría de otoño, y como un pez en el agua está mamá de pueblo se iba para la gran ciudad, Chicago, por un día. Había aplicado para una visa internacional y, fuera de lo normal, el consulado me pidió que debía presentarme en persona a llevar mis papeles para poder ser tramitados.

Te cuento, no tengo mucha experiencia en las ciudades grandes, pero siempre he sido desafiada por las cosas nuevas y divertidas, y sobre todo por una buena taza de café en la avenida Michigan. Así que besé a mis cuatro hijos que iban para la escuela, me subí a mi minivan y me embarqué en la aventura esa mañana.

Tenía todo mi día planeado: pasaría las cinco horas que duraba el viaje adelantándome en las llamadas pendientes y cantando mis melodías favoritas, consideraba que llegaría a la ciudad alrededor del mediodía, buscaría un restaurante para almorzar (¡y por qué no un rico postre!), miraría algunas vitrinas en mi camino al consulado, entregaría mis papeles, obviamente tomaría unas selfie en esos edificios hermosos del centro de la ciudad y, por último, tomaría una maravillosa taza de café para el camino de vuelta… de manera que tendría tiempo para volver a recoger a mis hijos a la parada del bus. A pesar de que todo había comenzado de manera un poco inconveniente sería el mejor día de mi vida!

Pero en la primera hora de mi viaje, mi teléfono sonó.

Era el agente de la oficina de trámites de mi Visa, me avisaba que había olvidado recordarme un detalle muy importante.  “¿A qué hora llegas a la oficina? Las aplicaciones en persona son aceptadas solo hasta las 11:00 am de cada día .”

Gulp

Se suponía que llegaría a las 10:30 am, pero esta es la ciudad, te imaginas. Después de pasar los peajes, los túneles, parqueadero, caminar hasta el edificio, pasar las revisiones de seguridad del edificio y esperar a que me llamen, pues no lo veía posible.

Ella tendría mis papeles listos, incluso se ofreció a encontrarse conmigo en la puerta del edificio para entregármelos. Parquea aquí. Búscame allí. Luego correr por 3 cuadras enteras, subir los dieciocho pisos en el elevador y tomar un número. “Puedes hacerlo, estoy segura”, me afirmó.

Señor, ten misericordia.

Llegué al centro, y ese día perfecto que había planeado comenzó a desmoronarse ante mis ojos. Quedé atrapada en el túnel en medio del tráfico vehicular, tuve que caminar siete cuadras, no tres, necesitaba un baño con urgencia y las personas en la calle eran todo menos agradables ese día. Tal como yo, todos parecían en una misión, consumidos con sus propósitos, acelerados y moviéndose con rapidez, en algunos casos con rudeza e impaciencia…

Sudorosa, corta de respiración y, milagrosamente (literalmente), con dos minutos extra, atravesé las puertas de mi destino final. Y luego algo o alguien radicalmente y totalmente diferente a la cultura a la que me estaba enfrentando, me encontró en el escritorio de recepción, me detuvo.

Su nombre era  Walter, era un hombre muy alto y pude observar una ligera sonrisa a lo lejos. Su voz era suave, alegre y llena de ánimo. Él trabajaba rápidamente para hacer que mi registro de seguridad fuese aprobado; con su sonrisa amable me decía que estaba muy feliz de poder servir una vez más durante ese día. Si hubiese sido una persona escéptica hubiese pensado que él estaba pretendiendo ser algo que no era, porque era algo demasiado bueno para ser verdad. Él fue muy amable. Muy paciente. Muy respetuoso. Muy alegre. Y no pude negar la sinceridad de su actitud. La paz y la dicha que él irradiaba venía de un lugar mucho más profundo.

Eran las 11:02am, pero Walter había tocado algo en mi interior que me hizo detenerme para decirle algo.

Extendí mi mano y tomé la suya. “Walter, amas a Jesús, ¿verdad?”

Sus ojos brillaron inmediatamente y sonrió. “¿Por qué me lo pregunta señora? Claro que lo amo. Él es un amigo como ningún otro.”

Le dije que podía verlo en sus ojos, y que Jesús lo había puesto en ese lugar para un propósito más grande de lo que se imaginaba.

Él era un buscador del Reino. Y estaba cambiando el mundo con una sonrisa a la vez.

“Nos sorprenden porque viven una vida que va contra la cultura, En una sociedad que lucha por lo que está bien y es fácil, hay algo radicalmente diferente sobre estas personas. Cuando te los cruzas, no pasan desapercibidos. Y después de que has estado en su presencia, no puedes dejar de pensar en lo increíble de su comportamiento. Lo que hacen simplemente no tiene sentido para el resto del mundo y hacen saltar la pregunta, ‘¿Qué tienen estas personas que los hace tan diferentes?’ Quizás, como yo, te has cruzado con algún seguidor de Jesús en  estos lugares.

Libres para amar.

Libres para tener esperanza.

Libres para bailar.

Libres para perdonar.

Libres para encontrar gozo.

Libres para dejar ir las cosas.

Libres para vivir de verdad.” – Eres Perdonada

Salí del edificio ese día con mis papeles listos y con una nueva perspectiva del propósito de mi día. me despedí de Walter y decidí que pasaría interactuando con quien encontrara en las siete cuadras de camino a mi auto. Una sonrisa aquí. Un agradecimiento allí.  Una completa disposición a estar alerta de ayudar y extender gracia a quien la necesitaba. Señor, ayúdame a que con un acto de amabilidad pueda  mostrar que vives en mí a aquellos que no te conocen todavía.

Porque hubo Uno que nos mostró el amor de tal manera perfecta, y por Su poder podemos seguir Sus pasos…

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”- 1 Corintios 13:4-7

¿Qué  características de este amor te son más difíciles de expresar?

Oh Jesús, este mundo desesperadamente necesita verte. Ayúdanos a detenernos, observar, escuchar… y amar como Tú.

Desafío: Cada día de esta semana pídele a Dios que te muestre cómo compartir esta dicha sobrenatural y este amor con los demás.

Por Whitney D.

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