El futuro es alcanzar a Cristo

“…Pero una cosa hago: Olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome hacia lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. – Filipenses 3:13-14

¿Te gusta viajar? En mi presente lista de actividades es casi una prioridad.

Hacer un viaje –por más corto que sea– me permite despejar los pensamientos preocupantes del presente. Mientras empaco la maleta vislumbro el futuro y cuando estoy en el autobús me sumerjo totalmente en el paisaje, olvido lo que pertenece al pasado y dejo que el futuro se extienda sobre esa grata experiencia.

El viaje que Pablo emprende en el capítulo 3 de Filipenses tiene un destino: Ganar a Cristo y ser hallado en Él. (Filipenses 3: 8-9). La mitad del recorrido ya está atravesado, pero no por Pablo ni por cada una de nosotras, sino que Cristo ya corrió su propia maratón rumbo al calvario para y por nosotras, así que hemos sido por su gran amor halladas en él.

La ilusión de un futuro perfecto debajo del cielo es totalmente irreal y esto lo aclara Pablo cuando admite francamente que él mismo no ha alcanzado la meta de su viaje; pero en el verso 13 revela a los hermanos de Filipos la manera de encarar el viaje al futuro y es algo para tomar en cuenta hoy:

1. Olvidando ciertamente lo que queda atrás: el pasado puede volverse traicionero cuando te enredas en él. Sin darte cuenta puedes quedar envuelta en sogas que te tiran en sentido de retroceso haciendo que cualquier esfuerzo por el crecimiento en Cristo sea casi nulo. Ya que estamos en la misma ruta para ganar a Cristo, lo mejor es sujetar las sogas del pasado y comenzar a desenredarte hasta ser totalmente libre, recuerda que en Cristo las cosas viejas pasan y todas toman un sentido nuevo ( 2 Corintios 5:17). Animada por esta verdad, concentra toda tu energía en el presente y no te distraigas con lo que fuiste en el pasado.

2. Extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta: el corredor olímpico tiene su vista puesta sobre el centro de su carril y en dirección a la meta. Como corredoras espirituales debemos colocar nuestra mirada en lo que tenemos por delante: una vida dedicada a Cristo sustentada por la verdadera palabra de Dios, y en dirección a la meta la cual es –por sobre todas las cosas– ganar a Cristo. De aquí a 10 años en materia espiritual, ¿qué porción de la vida de Cristo deseas ganar? ¿Su mansedumbre, su ejemplo de servicio o el amor por sus enemigos? ¿Qué cualidades de Cristo deseas en ti?

Hacerte este tipo de preguntas es una manera de encarar bien el futuro, la respuesta a ellas te encarrila en el camino hacia la meta futura de ganar a Cristo en todo su esplendor.

3. Al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús: La motivación de Pablo es el premio que le espera al cruzar la meta. Muchos creyentes están llenos de motivaciones terrenales que funcionan solo para un tramo del camino, el cumplido del hermano, la llamada del pastor, el puesto de colaborador, etc. Este tipo de motivaciones nos distraen muy rápido de la motivación más alta, la que tiene el galardón en sí: la revelación del cielo junto con el gozo eterno de habitar en la presencia de Dios.

“Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros.” – 1 Pedro 1:4

El futuro debajo del cielo es finito y el gozo que produce dura mientras se acaba, no te aferres mucho a él. 

Esta es la verdadera realidad del futuro: La meta de todas las cosas es conocer a Cristo.

Por Angélica Jiménez

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