El gozo de Dios puede brillar en medio de la crisis

María era una mujer pobre que trabajaba como empleada doméstica para una familia muy rica. Ella era una cristiana llena de gozo que trabajaba duro mientras entonaba cantos de alabanza. Siempre tenía una palabra de ánimo y una sonrisa en su rostro, a pesar de sus circunstancias.

Su jefa era una mujer malhumorada a quien le fastidiaba la supuesta falta de preocupación que María tenía acerca de su futuro. Un día, cuando María estaba restregando el piso de la mansión, su jefa no se aguantó más. A ella se le escaparon todas sus preocupaciones por María: “Entiendo tu alegría de hoy, pero me imagino que tu futuro te debe preocupar. ¿Supón que te enfermas y no puedes trabajar más? ¿Qué harás cuando seas demasiado vieja para trabajar y no tengas fondos de retiro para vivir?”

Mientras la señora continuaba con sus escenarios hipotéticos llenos de calamidades, María la interrumpió abruptamente: “¡Pare! Yo nunca supongo nada”, ella lloró. “¡Jehová es mi Pastor, nada me faltará! Es el suponer el que hace que la gente sea miserable. Yo elijo trabajar duro y gozosa hoy, confiando que Dios proveerá mañana como Él lo hace hoy”.

Una historia similar ilustró mi tiempo de devocional una mañana de la semana pasada. Como usualmente pasa, era exactamente lo que necesitaba leer en preparación para mi día. Luego, esa tarde, recibí una noticia inesperada concerniente a un evento importante en mi vida, algo que usualmente me provocaría gran ansiedad y estrés. Al escuchar la mala noticia, podía sentir mi corazón latir más rápido, mientras que pensamientos ansiosos trataban de robar mi paz: “¿Supón que pase lo peor?” Sin embargo, mientras la primera oscuridad trataba de colarse, yo la paré justo en la puerta de mi corazón: “¡No!” Me dije a mí misma. “Dios tiene esto bajo control. Me rehúso a permitir que algo robe mi gozo”.

Mientras comenzaba a recordar deliberadamente las puertas tan maravillosas que Dios ha abierto para mí en los últimos años, mi corazón comenzó a calmarse, de acuerdo con todo lo que yo sé sobre mi Dios. De pronto, una paz increíble se apoderó de mi alma. Lo sabía – Dios seguía en su trono y Él ha prometido que nunca me dejará ni me abandonará. Esa promesa ha sido probada y comprobada en mis valles más oscuros. No va a ser diferente esta vez. Nunca cambiará.

Vivimos en un mundo lleno de preocupaciones. Más que nunca, nuestras vidas están invadidas de incertidumbres. Si nos enfocamos en las terribles noticias alrededor del mundo o la triste realidad de algunos de nuestros portafolios, seremos responsables de comenzar a respirar con demasiada prisa en cualquier momento.

Aprender a cómo conectar la brecha de doce pulgadas entre el cerebro y el corazón, me ha transformado de una persona temerosa y ansiosa a una que puede vivir en victoria a través de los valles más oscuros de la vida. Las emociones son algo maravilloso y Dios ciertamente nos ha creado con la capacidad de amar y confiar, pero también de odiar y temer. He visto a mucha gente ceder frente a sus emociones negativas y conformarse con vivir en miseria. Yo era de seguro una candidata para ser una de éstas personas. Pero hace algún tiempo elegí llenar mi mente con la verdad de Dios y le comencé a decir a mi corazón cómo sentirse, sabiendo que sirvo a un Dios quien aún no me ha fallado y en quien creo que nunca lo hará.

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