“con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” – Filipenses 2:3
Si no fuera por las personas… el trabajo sería maravilloso.
Si no fuera por las personas… en la iglesia todo sería más fácil.
Si no fuera por las personas… el servicio humilde sería más sencillo
El servicio sacrificial es algo que no todas las personas desean practicar. Nuestros valores culturales son auto-servicio y auto-interés. Y cada vez más, vemos cómo estos valores se están metiendo en las iglesias también. Incluso cuando servimos en nuestras iglesias y ministerios, nos encontramos con personas que nos desaniman y hieren y llegamos a cuestionarnos si vale la pena el servicio.
“Nada hagas por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.” (Filipenses 2:3-4)
Pablo explica a los Filipenses que la evidencia de la verdadera cristiandad se encuentra en el servicio humilde con los demás. Dios nos llama a servir y a amarnos con humildad. Una de las maravillas de Dios es que Él dejó la majestuosidad del cielo para venir y tener una relación íntima con nosotros. Él se vistió de humildad, tomó la forma humana, nuestro Señor Jesús entró en este mundo desordenado para servirnos y compartir nuestro sufrimiento. Somos más como Jesús cuando les servimos a los demás.
Y le demostramos ese amor cuando desinteresada y humildemente entramos en el mundo de aquel que está alejado y le servimos y compartimos su sufrimiento. Podemos ayudar, escuchar, animar, orar, aconsejar o incluso defender al otro. Experimentaremos gozo cuando traemos la realidad de la gracia y el amor que enseñó Jesús a aquellos que más lo necesitan.
“Porque el Hijo del Hombre no vino a ser servido, sino a servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” (Mateo 20:28)
Porque vivimos en un mundo caído, traicionero, irrespetuoso y donde la decepción anda rondando por todas partes.
Algunas personas toman tu servicio como si nada.
Algunas personas no apreciarán tu sacrificio de amor y generosidad.
Es muy difícil confiar y servir a personas imperfectas y equivocadas.
Y, sin embargo, puedes confiar en nuestro santo y perfecto Dios. Nuestro servicio es para Él.
“De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis.” (Mateo 25:40)
Cuando me es difícil amar a aquel imposible de amar, recuerdo que Dios no miró nuestra belleza o valor interno, Él simplemente ofreció Su vida para salvar la mía.
Cuando me es difícil sacrificar mi tiempo, mi energía o mis recursos, recuerdo que muchas bendiciones Dios ha traído a mi vida y no me han sido dadas para que las guarde, sino para invertir en los demás.
Cuando me es difícil aceptar el resultado de una competencia por una posición o un reconocimiento en mi trabajo o estudio, recuerdo que el lugar en el que debo estar es a los pies de la cruz.
“Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido.” (Mateo 23:12)
Para ser grandes a los ojos de Dios, debemos servirle y a los demás de manera humilde cada día de nuestras vidas. Dios ve todos esos actos de amabilidad que tenemos. En su gran amor, Él considera cada cosa que hacemos por los demás como si lo estuviéramos haciendo por Él. Él nos promete que recompensará nuestra justicia y fidelidad. Seguir el ejemplo de Jesús en este mundo, resulta un desafío y, algunas veces, con un gran costo, pero la recompensa es mucho más grande de lo que podemos imaginar.
¿Dónde te está llamando Dios a servirle?
¿Qué obstáculos, temores o dudas, te están alejando de experimentar el gozo de ser usada por Dios?
Desafío: En tu tiempo con Dios, pídele que te muestre en qué lugares hay una necesidad y encuentra la manera de entregar de tu tiempo de manera intencional para servir esta semana. Busca oportunidades para servir con tu tiempo, energía o tus recursos y muestra con tu ejemplo a quienes tanto lo necesitan esa gracia que Dios ha tenido contigo.
