El llamado a la consagración

“…sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” – 1 Pedro 1:15 

Como el título afirma, hay un llamado de Dios para cada una de nosotras a la santidad. La santificación necesita ser aplicada a toda nuestra vida. El apóstol Pedro nos enseña que ese llamado no es solamente a aplicar la santidad en nuestros corazones, porque la frase “en toda vuestra manera de vivir” demuestra que toda nuestra forma de vivir debe cambiar hacia la santidad.  

Obviamente nuestro comportamiento debe estar basado en lo que la Biblia nos enseña. Nuestras vidas deben cambiar radicalmente si somos seguidoras de Cristo. Lo que tipifica a una mujer cristiana es que se ha arrepentido de sus pecados y esto abarca no solamente la forma de pensar sino también la manera de actuar.  

Cristo no solamente nos salvó del infierno sino que nos salvó también de nuestra forma pecaminosa de vivir. La palabra santa en hebrea “kadosh” no solamente se refiere a “limpia de pecados”, como es el significado de nuestra palabra santo, sino que primordialmente significa separada o diferente de lo mundano.  

Dios creó el hombre (y la mujer), como la corona de Su creación para… reflejarlo a Él y Su verdad. Desafortunadamente después de Génesis 3, esta misma “corona” ha vivido distorsionando Su gloria y cuando Él nos salva entramos en una lucha entre lo que nuestra naturaleza pecaminosa quiere y lo que Él nos pide (Romanos 7:15-20).  

Pero como Aquel que mora en nosotras es mayor que el que mora en el mundo (1 Juan 4:4), a través de la transformación de nuestras mentes (Romanos 12:2) podemos aprender cuál es la voluntad buena, aceptable y perfecta de Dios y así nuestras acciones cambien.  

La santidad no se trata de seguir una lista de reglas, como hicieron los fariseos, sino que tiene que ver con un estilo de vida que abarca todo nuestro ser, incluyendo nuestra mente, nuestro corazón y todo lo que hacemos.  

No puedo vestirme o comportarme de una forma cuando estoy en la iglesia o cuando estoy con otras cristianas y luego comportarme como el mundo en mi casa, en el trabajo o en reuniones sociales.  

Y en tu caso, ¿sólo usas un uniforme de “santidad los domingos” o procuras vestirte de ella “en toda tu manera de vivir”? 

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