El mejor amigo que una chica pueda tener

Yo tengo un gran amigo.

Él siempre está dispuesto a escucharme y darme un consejo. De hecho, Él me da mejores consejos que cualquier otra persona que yo haya conocido. Él nunca me dirige equivocadamente. Él es un consejero capaz y compasivo.

Él me anima a ser más como Jesús, mostrándome cuidadosamente el pecado en mi vida y recordándome quién me ha llamado Dios a ser.

Cuando me siento tentada, Él me lleva hacia una alternativa, siempre recordándome que Jesús es mejor que cualquiera de las cosas que mi carne desea.

Cuando me siento caer, Él siempre está ahí listo para ayudarme. Él nunca está demasiado ocupado para mí. Él siempre está disponible.

Él ora por mí a menudo. De hecho, cuando estoy al final de mi cuerda y no tengo ni idea de qué hacer o por qué orar, Él solo comienza a orar aún más fuerte. Y permíteme decirte algo, cuando Él ora, cosas suceden.

Él me enseña tanto cada día. Él es el mejor amigo que una chica pudiera desear tener.

¿Quieres un amigo como este? ¡Puedes tenerlo! Porque éstas son las obras propias del Espíritu Santo (de hecho, son sólo la punta del iceberg).

Aquí te presento algunas formas específicas en que el Espíritu Santo trabaja en la vida de los creyentes.

Él es nuestro consejero (Juan 14:16). No pienses en el consejero escolar ayudándote a escoger cual clase de matemáticas tomar; piensa en una gran conversación con la persona más sabia que hayas conocido. Él nos escucha y luego nos dirige hacia la verdad de Dios.

Él mora con nosotros y vive en nosotros (Juan 14:17). Si eres cristiana, el Espíritu Santo vive en ti. ¿No me crees? Observa estas palabras de Jesús:

"Es decir, el Espíritu de verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque ni le ve ni le conoce, pero vosotros si le conocéis porque mora con vosotros y estará en vosotros (énfasis añadido) Recuerda que el Espíritu Santo es Dios.

¡Dios mora contigo y en ti! Esto lo cambia todo. Significa que nunca estamos solas. Nunca estamos sin ayuda. No tenemos que tratar de resolver todo por nuestra cuenta. El Espíritu Santo está con nosotras y en nosotras. Es maravilloso, ¿no es cierto? 

Él es nuestro maestro (Juan 14:26). ¿Alguna vez has estado en medio de una situación y de repente un pasaje de la Biblia viene a tu cabeza? ¿Alguna vez has aprendido una verdad acerca de Dios, incluso sin escuchar a tu pastor predicar acerca de ella? ¡Ese es el Espíritu Santo! Su trabajo es enseñarnos acerca de las cosas de Dios. Al igual que en la escuela, el profesor no puede forzarnos a escuchar la clase o aplicar lo que hemos aprendido. Ese es nuestro trabajo.

Él nos hace más semejantes a Jesús (Romanos 15:16; Gálatas 5:22-23). Es trabajo del Espíritu Santo santificarnos. Esta es una palabra de iglesia que simplemente significa hacer santo, santificar. El fruto del Espíritu Santo en nuestras vidas es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio. (Si aún no haz memorizado estos frutos te invitamos a hacerlo, serán de mucha bendición para tu vida. ¡Te lo aseguro!) Es una labor del Espíritu Santo el hacernos más parecidos a Jesús. No es algo que podamos hacer por nosotras mismas. El Espíritu Santo hace la diferencia entre una buena chica y una chica piadosa.

Él nos convence de pecado (Juan 16:8). ¿Reconoces esa sensación en la boca del estómago cuando sabes que has pecado? Eso viene del Espíritu Santo. A pesar de que no lo sientas de esta manera, la convicción es un regalo porque nos recuerda el santo estándar de vida al cual Dios nos ha llamado.

Él nos mantiene alejadas del pecado (Gal. 5:16).

“Digo, pues: andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne”.

Escuchar al Espíritu Santo nos impide ser atrapados por el pecado.

Él cambia nuestros corazones (Juan 14:26; Romanos 8:14; 1 Corintios 2:6-14) ¿Parece que no puedes olvidar esa chica que te hizo daño? ¿No puedes parar de pensar acerca de ese joven que no es bueno para ti? ¿No pueden parar esos pensamientos de celos dándote vueltas en la cabeza? Eso se debe a que es casi imposible para nosotros cambiar nuestros propios corazones (podemos cambiar nuestro comportamiento, pero eso no es lo mismo). Pídele al Espíritu Santo que cambie tu corazón. Ese es Su trabajo.

Él ora por nosotros (Romanos 8:26).

“Y de la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”.

¡Me encanta esta promesa! Cuando no sabes cómo orar, el Espíritu Santo ora por ti.

Él nos sella (Efesios 1: 11-14) Pablo describe al Espíritu Santo como un sello que garantiza la herencia (el cielo) que Dios nos ha prometido. Nosotras no podemos perder  nuestra salvación. El Espíritu Santo la sella. Y cuando dudes acerca de si realmente has sido salvada, puedes saber que le perteneces a Dios por la evidencia del Espíritu Santo en tu vida.

¿Has visto al Espíritu Santo trabajar de esta manera en tu vida?

Loading controls...